En el último número del Observatorio de Bioética, se hacen eco de un reciente estudio, publicado en la revista Circulation de la American Heart Association,[1] que ofrece nuevos datos sobre el riesgo que suponen las terapias hormonales utilizadas como parte de los tratamientos en los procesos de transición de género. Las personas que recibieron terapia hormonal durante la transición de género tenían un riesgo elevado de eventos cardiovasculares, como accidentes cerebrovasculares, cardiovasculares y procesos trombóticos.
Los resultados se basan en el análisis de una población de 3,875 individuos holandeses que recibieron tratamiento hormonal entre 1972 y 2015 como parte de su proceso de transición de género. La autora del estudio, la doctora Nienke Nota, investigadora del departamento de endocrinología del Centro Médico de la Universidad de Amsterdam, afirma que “a la luz de nuestros resultados, instamos tanto a los médicos como a las personas transgénero a ser conscientes de este aumento del riesgo cardiovascular”.
El análisis mostró que las mujeres trans (sexo biológico masculino pero con identidad de género femenina) que recibían hormonas como parte de su transición tuvieron más del doble de accidentes cerebrovasculares que el conjunto de mujeres (29 versus 12) y casi el doble que en el caso de los varones (29 contra 16). Hubo cinco veces más casos de trombosis venosas profundas entre las mujeres trans (73) que en el conjunto de la población femenina (13) y 4.5 veces más que en la población masculina (73 versus 16). La prevalencia de los accidentes cardiovasculares fue más del doble entre las mujeres trans (30) que entre el conjunto de las mujeres (13). Los varones trans –aquellos con sexo biológico femenino pero que tenían identidad de género masculina y recibieron hormonas – tuvieron un aumento de más del triple en el riesgo de accidente cardiovascular en comparación con las mujeres (11 versus 3).
Los investigadores advierten que su estudio se basó únicamente en una revisión de registros médicos y no pudo tener en cuenta factores de riesgo como fumar, factores estresantes psicosociales, hábitos dietéticos y de ejercicio. Si bien esos factores de riesgo probablemente contribuyen al aumento del riesgo cardiovascular, los investigadores sugieren que la terapia hormonal también puede contribuir al aumento del riesgo.