La visita de Riga debería empezar en la Plaza del Ayuntamiento (Ratslaukums) en donde encontraremos la oficina de turismo y uno de los iconos de la ciudad, la Casa de los Cabezas Negras.Destruida durante la II Guerra Mundial, ha sido magníficamente restaurada. Su origen es medieval, aunque luego pasó a manos de los comerciantes solteros, miembros de la Hermandad de los Cabezas Negras. En la misma plaza se encuentra también un pequeño árbol de Navidad, ya que se dice que el la tradición de adornar nuestras casas con un abeto procede de una noche de juerga navideña de esta hermandad.
Desde allí nos fuimos a la Iglesia de San Pedro, la cual puede ser visitada si compráis la entrada para subir a la torre. La entrada es cara, 9 euros, pero si os gustan los miradores, no os la podéis saltar. Fue construida en el s. XIII y está coronada por un enorme gallo de oro.
Bajamos y empezamos nuestro recorrido por el casco viejo de Riga.
Una de las plazas más bellas de Riga es la Livu Laukums, que nos recordó a otra que habíamos visto en la ciudad alemana de Colonia, al igual que el puente que podéis ver en las fotos anteriores.
Muy cerca de allí se encuentra la Casa del Gato, llamada así en honor al gato enfadado que se encuentra en su tejado. Este gato mira hacia la sede del Gran Gremio y parece ser una venganza del dueño de la vivienda por no haber sido admitida en él. Enfrente se encuentran las sedes del Gran Gremio y del Pequeño Gremio, del s. XIV.
La Torre la Pólvora es, hoy en día, el Museo de la Guerra. De forma cilíndrica y datada del s. XIV es la única que permanece en pe de la antigua muralla de la ciudad. Si os fijáis bien, observaréis 9 agujeros de balas de cañón rusos de los asaltos de los ss. XVII y XVIII.Siguiendo por esa calle vamos a dar al Castillo de Riga, que es la residencia del presidente letón y también el Museo de Historia de Letonia.
Y girando a la izquierda nos vamos a encontrar con otro de los imprescindibles de Riga, Los Tres Hermanos. Estas tres casas de piedra ilustran los diversos estilos arquitectónicos del casco antiguo de Riga. La que posee el número 17 tiene más de 600 años y es la más antigua de la ciudad. El número 19 es el Museo de Arquitectura de Riga. Las ventanas pequeñitas de la parte superior vienen dadas porque en la Edad Media se gravaban los bienes inmobiliarios según el tamaño de las ventanas. Algo que se puede apreciar en muchas ciudades y plazas españolas, como la Plaza Mayor de Madrid. (os dejamos info para disfrutar de Madrid en dos días).
La siguiente parada es la Plaza de la Catedral. La Catedral de Riga es uno de los templos más grandes de la región báltica y su interior acoge conciertos de música clásica y órgano.Tuvimos la suerte de que visitamos Riga en domingo por lo que pudimos aparcar gratis en el centro. De haberlo hecho un sábado o un día laboral habría sido poco menos que imposible debido a los altos precios del parking. Aprovechamos la tarde para movernos en coche y visitar el barrio Art Noveau y, es que, por si algo es conocida Riga, es por sus centenares de edificios modernistas. La mayor parte de ellos se encuentran situados en las calles Alberta iela, Strelnieku iela y Elizabetes iela. No podrás dejar de mirar hacia arriba!!
Este maravilloso edificio azul es de mis favoritos. No puedo decir uno solo porque entre los 750 edificios modernistas que hay en Riga es bastante complicado decidirse. No os parece?
Volvemos al coche y nos dirigimos, de nuevo, al centro de la ciudad. Aparcamos en las inmediaciones de la Catedral de la Natividad, ya que muy cerca de ella se encuentra el Monumento a la Libertad y el canal de la ciudad (Pilsetas kanals).
El Monumento a la Libertad fue levantado en 1935 gracias a las donaciones particulares. Representa a tres letones cantando y luchando por su libertad y su inscripción reza así: "Por la patria y por la libertad". Está coronado por tres estrellas que representan las tres antiguas regiones culturales originales del país: Kurzeme, Vidzeme y Latgale. Sobre estas tres antiguas regiones podéis aprender muchísimo más si visitáis el gigantesco Museo etnográfico al aire libre de Letonia. No fue demolido durante época soviética porque las tres estrellas pasaron a representar las tres nuevas repúblicas soviéticas: Estonia, Letonia y Lituania. Está custodiado, durante el día, por dos guardias, por lo que es posible ver el cambio de guardia, aunque es mucho menos solemne que otros que hemos visto hasta ahora, como el de Atenas o el cementerio de Arlington.
Desde el canal de la ciudad se obtiene una buena panorámica del Monumento a la Libertad y es un buen lugar para pasear y desconectar. Entre el monumento y este parque se encuentra el reloj Laima, que se colocó en los años 20 para que los trabajadores llegasen puntuales a sus puestos de trabajo.
Ya que no estaba muy lejos, decidimos acercarnos otra vez a la Plaza del Ayuntamiento y luego, en coche, nos fuimos hasta la Academia de las Ciencias. Como podéis ver en las fotos inferiores es casi un clon de otro edificio bastante conocido de la ciudad polaca de Varsovia.
La Torre Eiffel? No, la torre de la televisión
La mañana del día siguiente la pasamos visitando el Museo etnográfico que os decía más arriba. Es tremendamente grande. Nosotros estuvimos unas 3 horas y creo que no habíamos visto ni la mitad. Se trata de decenas de construcciones de madera que fueron poco a poco adquiridas por el museo. Muchas de ellas son visitables interiormente y aprenderéis algo más sobre las tres regiones culturales en las que se dividía antiguamente Letonia.El interior de esta iglesia nos pareció espectacular, aunque la foto no le haga la más mínima justicia.
Volvemos al centro y, aunque es lunes, ya se paga por aparcar en la calle, encontramos una zona en la que no era excesivamente caro y dejamos el coche allí aparcado mientras dábamos el último paseo por la ciudad y buscábamos un local para cenar.
Este último paseo nos llevó hasta el Palacio de la Ópera, el enorme Mercado que ya encontramos cerrado y el barrio de los antiguos almacenes que está siendo reformado, Spikeri, muy parecido al que habíamos visitado en Tallin o en Hamburgo.
Y sí, son los músicos de Bremen, que también habíamos visitado en la ciudad que les da nombre, al igual que la escultura de Roland que preside la plaza del Ayuntamiento.
Y, de esta manera, terminaba nuestra visita a Riga. Hay muchísimas más cosas para ver y para hacer pero creo que nosotros aprovechamos bien el tiempo del que dispusimos.
Otras opciones podrían ser el Museo del chocolate Laima o la Casa de la Esquina, el edificio donde se encontraba el Comité para la Seguridad del Estado, con la antiguas celdas de los presos, los sótanos, la jaula del patio o la sala de interrogatorios.