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Riña de gatos - Eduardo Mendoza

Publicado el 05 junio 2015 por Esperanza Redondo Morales @esperedondo
Riña de gatos - Eduardo MendozaPublicación: Barcelona: Planeta, 2010
Edición: 1ª ed.
Descripción física: 452 p.; 19 cm.
ISBN: 978-84-08-47121-9
CDU: 821.134.2-32"19"
Signatura: N MEN riñ
Precio: 21,50 euros en la Casa del Libro

TODO POR UN CUADRO: DESVENTURAS DE ANTOÑITO VITELAS
Me he dado cuenta de que hace más de cuatro años que leí este libro, pero he rescatado la reseña porque ni recordaba que aún la tenía en borrador... Así que supongo que a estas alturas de la vida ya la habrá leído prácticamente todo el mundo.
Argumento y personajes
Anthony Whitelands, un inglés loco por la pintura de Velázquez, viaja a España, por encargo del marchante Pedro Teacher, para llevar a cabo la tasación de una colección de cuadros propiedad del marqués de la Igualada; Anthony ni se lo piensa, no sólo porque con este trabajo ganará dinero, sino también porque así tendrá ocasión de volver a pasear por las calles de su adorado Madrid, y sobre todo de volver a visitar el Museo del Prado, su rincón favorito de esta ciudad. Como además acaba de romper por carta con su amante, qué mejor ocasión para poner tierra de por medio y cambiar de aires.
Como las cosas evidentemente no podían ser así de fáciles, y puesto que Anthony viaja a España en vísperas de nuestra Guerra Civil, se encuentra un Madrid con un ambiente un tanto enrarecido por la actual situación política. Cuando por fin tiene ocasión de examinar uno de los cuadros para proceder a su tasación, Anthony se encuentra nada menos frente a lo que él cree que es una Venus de Velázquez; si consigue verificar la autenticidad de la obra, su prestigió académico subirá como la espuma... Pero Anthony descubre, horrorizado, que en realidad el dueño del cuadro prevé venderlo para financiar a la recién creada Falange Española, cuyo objetivo es adelantarse a los comunistas para organizar una revolución en nuestro país. Así que se le presentará un dilema...
Como habréis podido adivinar, el protagonista de esta historia es el inglés Anthony Whitelands, al que por supuesto los españoles, tan dados a españolizar nombres, bautizan como Antoñito Vitelas. El pobre, como extranjero que es, tiene claro que no quiere ni debe mezclarse en los asuntos políticos que ocupan a los españoles en estos momentos, pero por supuesto se verá envuelto, sin comerlo ni beberlo, en una auténtica intriga de la que no sabemos si saldrá bien o mal parado... A veces Anthony nos dará hasta pena, porque el angelito, con su clásica flema británica, es prudente y no quiere meterse en líos, pero lía cada una que en ocasiones no sabes si echarte a reír con sus cosas o si matarlo directamente.
Un personaje al que conoceremos en el mismo inicio de la novela, y que posteriormente aparecerá unas cuantas veces más, es el oficial del Ministerio de la Gobernación Gumersindo Marranón, el típico policía que es ya perro viejo y se las sabe todas, como cuando le dice a Anthony que va a charlar con un camarero porque ese oficio es el mejor para enterarse de todo, principalmente en nuestro país, donde se habla a grito pelado.
Por su parte, el marqués de la Igualada es el dueño de la colección de cuadros que Whitelands tiene que tasar. En un principio, el marqués le enseña a Anthony algunos que parece que no son demasiado valiosos, con lo cual va a estar difícil que la familia vaya a poder huir de España en caso de que estalle la guerra, ya que el dinero que podrán sacar por las obras no será demasiado. Pero el marqués, muy hábil, se reserva para más adelante la sorpresa del supuesto Velázquez...
Durante la primera visita que Anthony hace al palacete donde vive el marqués, conocerá al resto de los miembros de la familia, tanto a la esposa del marqués como a su hijo y a sus dos hijas, Paquita y Lilí, la primera de las cuales tiene un romance con el marqués de Estella, líder de Falange Española, a quien todos llaman José Antonio. En cuanto conoce a Paquita, Anthony se queda medio atolondrado con ella, y a la vez Lilí también le tira los tejos al inglés a pesar de su corta edad (la de ella). A causa de este cuarteto "amoroso", tendremos ocasión de vivir algún que otro capítulo de lo más surrealista.
El marqués de Estella, nuestro archiconocido José Antonio, y sus seguidores, están dispuestos a todo con tal de conseguir que en España haya una revolución y se acabe de una vez por todas con los políticos corruptos (qué actual es esto tantos años después, por cierto; lo de los políticos corruptos, digo, porque lo de la revolución no lo veo yo tan claro).
Por otro lado tendremos a los diplomáticos de la embajada británica en España, que entre otras cosas velan por la seguridad de Anthony en nuestro país. Y también a otros personajes típicos de otros barrios madrileños de la época (no todo iban a ser señores aristocráticos), retratados casi al estilo de Valle-Inclán: conoceremos al campechano Higinio Zamora, todo un luchador por la clase obrera; y a la Toñina, que con toda naturalidad admite ser prostituta. Para remate, hará su aparición incluso un tal Kolia, un agente ruso. Y claro, con esta mezcla de personajes y situaciones, la cosa se llegará a complicar bastante...
Mis impresiones
Eduardo Mendoza es uno de mis autores favoritos así que no siempre puedo ser objetiva del todo con él; sí que ha habido novelas suyas que me han decepcionado un poco, pero no tanto como para no seguir leyendo a este autor.
En esta novela, como no podía ser de otra manera, Mendoza sigue haciendo gala de su gran sentido del humor en los hechos que narra, en los personajes a los que retrata, y en las situaciones que nos muestra como lectores. Además nos tiene acostumbrados a que sus novelas se desarrollen en la ciudad de Barcelona, y esta vez ha elegido Madrid, con lo cual todo lo que iba contando y los lugares que iban recorriendo los personajes me eran completamente familiares; vaya, como supongo que les pasará a los que lean sus demás novelas y conozcan bien Barcelona (en este caso, imagino que los que se sentirán "desplazados" serán precisamente los que no conocen Madrid tanto como para hacer con la imaginación los mismos recorridos que hacen los personajes de Riña de gatos). Además, en el desarrollo de la trama cobra bastante importancia el arte, que descubriremos de forma muy amena a través de los ojos de Anthony y sus visitas al Museo del Prado y en concreto a los cuadros de Velázquez; seguramente miraré los cuadros con otros ojos, y casi seguro también descubriré cosas que antes me habían pasado desapercibidas. Aunque es cierto que el autor no se centra únicamente en los cuadros que podemos admirar en el Museo del Prado, sino que va un paso más allá y nos habla también de otras obras de este pintor.
Precisamente enlazando con el tema del arte, una de las posibilidades que se me ocurrió para que la novela se titule Riña de gatos es el hecho de que hay en el Museo del Prado un cuadro de Goya que lleva el mismo título; en realidad no tiene nada que ver con la historia que nos ocupa, pero como no se me ocurría otra cosa (aparte de que a los madrileños nos llaman gatos, aunque precisamente los prolegómenos de nuestra guerra civil no es que sean como para considerarlos una simple riña), dándole vueltas al tema me acordé de este cuadro...
Conclusión
La novela me ha gustado bastante, aunque no me atrevería a decir que sea mi favorita de todas las que he leído de Eduardo Mendoza. Sí se aprecia claramente la pluma de este escritor, con esa mezcla, sobre la que os hablaba antes, de personajes opuestos y situaciones rocambolescas. Supongo que la propia tipología de la novela nos lleva a esto, ya que por un lado podría considerarse una novela histórica pero también artística, costumbrista o incluso podríamos decir que en algunas ocasiones llega a ser casi tan esperpéntica como las de Valle-Inclán). También comentaba antes que el humor está presente en la historia, pero quizá no es de las novelas con las que más me he reído. Hay algunos momentos que tienen su situación surrealista o el comentario gracioso que suelta algún personaje, pero en esta ocasión no he llegado a soltar la carcajada, como sí me ha ocurrido con otras novelas de Mendoza.
La historia en sí me ha parecido muy buena y los personajes muy interesantes por lo general, aunque si tengo que elegir sólo a uno de ellos creo que me quedaría con Gumersindo Marranón. Higinio Zamora le va ahí a la zaga, pero con Marranón ha sido, con diferencia, con el que más me he entretenido mientras iba leyendo la historia. Lo único que me ha dejado un poco más chafada ha sido el final, porque me quedé con la sensación de que todo pasaba demasiado rápido y cuando me quise dar cuenta había terminado de leer la novela. De todas formas, aunque ya he advertido que no siempre soy del todo objetiva con Eduardo Mendoza, sí recomiendo sin duda esta lectura, que no es que se vaya a convertir en mi libro de cabecera pero sí me ha hecho pasar algunos ratos de lo más agradable.

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