Revista Cultura y Ocio

Riña de gatos. Madrid 1936 (Eduardo Mendoza)

Publicado el 23 febrero 2016 por Iñigo De Jaime

Riña de gatos. Madrid 1936 (Eduardo Mendoza)Aquellos fieles seguidores de mi blog quizás os estéis preguntando ¿Otra vez una novela que transcurre en Madrid?

Cierto es que allá por abril del 2013 os recomendé El capitán Alatriste, y que Madrid ya fue objeto de mis recomendaciones en el Madrid de los Austrias, ¿por qué repetir entonces?

Pues por varias razones: a) porque es mi ciudad; b) porque me apetece: el blog es mío y hago lo que me da la gana con él; y c) porque la novela que os traigo en esta ocasión transcurre por un Madrid bien distinto al de los Austrias;...

... Ya sólo el título de la novela que os recomiendo en esta ocasión, Riña de gatos. Madrid 1936, dice mucho del propósito que impulsó al barcelonés Eduardo Mendoza a escribirla: "Gatos" es como se llama a los madrileños desde la Edad Media y "pelea de gatos" es indicio de una gresca ruidosa y repentina, más llena de aspavientos que de otra cosa.

A este respecto, sin embargo, José Antonio Primo de Rivera, uno de los personajes del relato, dice que la de los generales que conspiran para derribar a la República es una "pelea de perros", y el teniente coronel Marranón, al hablar de los tiroteos entre los falangistas y sus enemigos, le dice a Anthony, el protagonista de la novela, que "los señoritos son como los gatos. Los tiras de la azotea y no hay manera".

Como punto de partida de la novela decir que su papel central lo desempeña Anthony Whitelands, un británico especializado en pintura española, que viaja a Madrid para valorar un supuesto lienzo de Velázquez que posee una acaudalada familia aristocrática y que pretenderá vender si finalmente estalla la contienda. Lo que parecía un asunto de pocos días, se convierte, por obra de la ficción, en un maremágnum de intrigas amorosas, políticas y de espionaje en las que el protagonista se verá envuelto.

Mencionar que en esta grotesca fábula moral (todos los personajes son cazadores cazados y víctimas de su curiosidad o empecinamiento... ya sabéis que "la curiosidad mató al gato"), Velázquez es la referencia artística en la que su protagonista entiende Las meninas como una escena cotidiana y trivial donde los reyes, el poder, están fuera del cuadro "pero lo ven todo, lo controlan todo y son ellos los que dan al cuadro su razón de ser". De ese modo, las representaciones de la vida mediante el arte y la pugna permanente de los menudos contra los poderosos (los gatos contra los perros) se convierten en las líneas secretas que vertebran esta trepidante fantasía que lleva dentro un buen ensayo sobre la personalidad de Diego Velázquez, un excelente retrato de Manuel Azaña, una penetrante disección de las personalidades de Mola, Franco y Queipo de Llano, y otra más demorada silueta de José Antonio Primo de Rivera. Sin olvidar la magnífica descripción que el autor hace sobre dos escenarios fundamentales en la novela: el Museo del Prado, y las propias calles de Madrid (aprovecharé para adelantarte que estos lugares serán objeto de otros posts posteriores)

Con su habitual brillantez estilística, Mendoza ganó el Premio Nadal en 2010 trayendo en esta ocasión una mezcla de aparente sencillez y refinamiento literario, sin olvidar su vieja querencia por lo paródico. Dos rasgos muy suyos que presiden una serie de acontecimientos y casualidades ingeniosas que nos acercan al más puro vodevil (visible en las persecuciones y escondites, o las entradas y salidas de personajes, propias de un espectáculo de variedades) y a los recursos del folletín narrativo, a medio camino entre la tragedia de la historia y el sainete.

No quiero cerrar el post sin comentar y recomendar la prolífica bibliografía del autor, donde destacaríamos: La verdad sobre el caso Savolta (desarrollada en la Barcelona de los años veinte), La ciudad de los prodigios (que amplió el marco cronológico de la anterior), El año del diluvio (donde abordó el mundo rural de la posguerra), Una comedia ligera (donde hizo lo propio en la sociedad urbana), El misterio de la cripta embrujada (escrita en 1979, marca el comienzo de una trilogía mezcla de novela negra con gótica, secundada por El laberinto de las aceitunas de 1982, y cerrada con La aventura del tocador de señoras en 2001, y que leí siendo yo muy joven) o la enorme Sin noticias de Gurb, publicada inicialmente en El País (1990) por entregas, y su novela más vendida y exitosa... ¡si no la habéis leído y queréis mantener una sonrisa permanente desde la primera frase hasta su última palabra, e incluso reíros a carcajada limpia durante sus pocas páginas, ya estáis tardando en comprarla!

Postdata: alguno seguramente esté pensando todavía ¿y por qué se llama gatos a los madrileños?

La versión más extendida dice que el apodo viene de la conquista de Madrid a los musulmanes en tiempo de Alfonso VI (1085): un soldado, utilizando tan solo una daga que clavaba en las junturas de las piedras, comenzó a escalar la pared con una agilidad sorprendente. Una vez arriba quitó la bandera árabe y puso la cristiana. Gracias a él las tropas españolas pudieron reconquistar la ciudad. Sus camaradas dijeron que parecía un gato y así le apellidaron. Con el paso de los años, se convirtió en un apellido de los más ilustres de la ciudad, y más tarde se acabó empleando para denominar a cualquiera que hubiese nacido en Madrid.

De todos modos os recuerdo que se dice que un madrileño es un verdadero gato cuando sus dos padres y cuatro abuelos también nacieron en Madrid. Esta acepción del término es de difícil aplicación, debido a que la inmensa mayoría de los habitantes de la ciudad descienden en mayor o menor grado de inmigrantes llegados desde todos los puntos de España, por lo que...

realmente pocos "gatos" hay en Madrid... excepto por la noche, que todos son pardos.


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