El tenis es un deporte de esos tendentes a robarle las tardes al español medio. Quien más quien menos, alguna vez nos han hecho perder una tarde de estudio o nos haN sacado de la siesta porque se estaba fraguando algún duelo en la pista de turno. La llegada de los años 90 y una nueva generación de jugadores y jugadoras, aupó al tenis español a cotas que apenas habían sido alcanzadas desde los tiempos de Manolo Santana, Andrés Gimeno o Manuel Orantes. Pasando por Arantxa Sánchez Vicario, que en 1989 ganó el primer torneo de Grand Slam para España en bastantes años, hasta el dominio férreo de Rafa Nadal en la última década han pasado unos cuantos tenistas y momentos interesantes e incluso épicos, que se han grabado en mi retina y que quisiera ir compartiendo de vez en cuando.Antes de que Nadal convirtiese la tierra batida en coto privado de caza, toda una generación de tenistas españoles desarrollaron su carrera deportiva y principalmente sus éxitos sobre este tipo de superficie que siempre se ha adaptado muy bien al perfil de nuestros jugadores. Y uno de ellos fue uno de los grandes olvidados de aquellos años: Félix Mantilla. Félix desarrolló su carrera principalmente entre finales de los noventa y principios de la década pasada. Con 21 años debutó en Roland Garros haciendo un digno papel alcanzando la tercera ronda. Además, había conseguido por fin jugar un torneo de Grand Slam, algo que no fue nada sencillo para él ni para su entrenador, Jordi Vilaró, que en alguna ocasión ha contado las penurias que tuvieron que pasar para poder pagarse los desplazamientos a los grandes torneos ATP debiendo interrumpir la temporada para jugar challengers menores en España en donde obtener el dinero suficiente, préstamos familiares etc. El problema en definitiva es que tuvo que hacer carrera a la sombra de otros grandes de la época. Su primer golpe de efecto lo dio en Montecarlo en 1996 ganando a Sergi Bruguera, número uno del tenis español en aquel entonces y ganando posteriormente su primer torneo profesional en Oporto ante el argentino Hernán Gumy. A partir de ahí llegaron los cuartos de final en el Open de Australia de 1997 en donde perdería ante el, a la postre finalista de esa edición, Carlos Moyá y el mejor resultado de su vida en Grand Slam en 1998 alcanzando la semifinal en donde de nuevo Moyá se cruzó en su camino. Desde ese momento vivió buenos años. 1997 fue un prolífico año que dejó cinco títulos en sus vitrinas (todos sobre tierra batida, 42 victorias incluidas) lo que unido a los resultados del año siguiente, le permitieron entrar en el Top Ten mundial. Sin embargo sus resultados se oscurecieron y en Palermo en 2001 había llegado lo que parecía su última victoria como profesional (Ya acumulaba nueve).
Encontrándose en cierto declive físico, obligado a frenar por una inoportuna lesión de hombro, llegó el Foro Itálico de Roma para dar una última alegría a Félix. Nunca había ganado un Master Series y lo más cerca que se había quedado era en Hamburgo en 1997 alcanzando la final. El camino que tuvo que seguir no fue nada sencillo dejando en la cuneta a David Nalbandian, Mardy Fish, Albert Costa, Ivan Ljubicic y Yevgeny Kafelnikov. Y para colmo en todos esos duelos tuvo que levantar un set en contra exceptuando el partido contra Fish. Estaba jugando bien pero llegaba con un gran desgaste a la final en donde esperaba un joven Roger Federer que se había librado rápidamente de Juan Carlos Ferrero en semis por una lesión del valenciano. Como es lógico, el suizo que se encontró Mantilla en su camino no era aún el tenista que iba a dominar con mano de hierro el circuito ATP en los años posteriores, pero ya era eso sí número 5 del mundo y cabeza de serie número 4 en el Torneo, había ganado ya tres torneos en 2003 y ese mismo año ganaría Wimbledon, su primer Grand Slam. ¡Incluso todavía llevaba coleta!. Felix en cambio llegaba en el puesto 47 del Ranking. y con unos resultados más discretos desde luego, semifinales en Auckland y Acapulco.
La final se antojaba difícil para el español, pero lejos de encogerse salió a por todas. Como ya comentó entonces, su estrategia consistía en castigar el revés del suizo, mantenerle en el fondo de la pista y alargar los puntos para desgastarle físicamente. Dicho y hecho. En el duodécimo juego cayó el break y la primera manga por 7-5. Federer reaccionó tímidamente y se colocó con 2-0 en el segundo set pero fue un espejismo pues le aguardaban seis juegos consecutivos de Mantilla que ya dominaba por 7-5, 6-2. En 2003 además, las finales de los Master Series todavía se jugaban al mejor de cinco sets (Y ojalá volviese a ser así…).
Ya el tercer set fue más igualado y Federer tuvo serias posibilidades de llevárselo con 5-5 en el marcador en donde tuvo hasta seis bolas de break pero Félix aguantó perfectamente los envites y liquidó la final en el tie break poniendo el definitivo 7-6 convirtiéndose además en el quinto gladiador español que triunfaba en la arena de Roma tras Ferrero (2001), Corretja (1997), Emilio Sánchez Vicario (1991) y Orantes (1972). El pobre Federer debió pensar que tarde o temprano ganaría en el Foro Itálico pero después de otras doce ediciones acumula otras cuatro derrotas, la última bien reciente frente a Novak Djokovic en mayo de este año.
El bueno de Félix Mantilla, cuerpo en tierra y manchado de polvo naranja, gran síntoma de alguien que se ha llevado un título en tierra batida, redondeó su décimo título profesional de forma merecidísima siendo además el torneo de mayor caché de su carrera y, no olvidemos ante todo un Roger Federer, joven y aun por pulir, pero bastante rodado ya. Se convertía además en el primer no cabeza de serie de la historia que levantaba el trofeo de campeón en Roma.
La pena de todo ello es que Félix venía de dos años duros de lesiones, provocadas además por su compromiso con la Copa Davis en 1999, jugó lesionado su punto frente a Mark Nielsen y en 2000 tuvo que operarse del hombro. Y una vez lanzado en 2003, con Roma en el bolsillo ya, volvieron las molestias sumándose a ello el temido tendón de Aquiles (Estuvo parado entre 2005 y 2007). Y por si fuese poco, en 2006 se llevó el susto de su vida al diagnosticarle un melanoma, benigno eso sí. Todo ello unido a la incomodidad y el miedo a jugar demasiadas horas al tenis expuesto al sol detuvieron su carrera finalmente. El 23 de julio de 2007 jugó en Umag su último partido profesional frente a Robin Haase y al año siguiente dijo adiós para dedicarse a otras cosas, en especial a su Fundación contra el cáncer de piel.
Eso sí, Roma le dio otro momento de gloria en 2004 en plena defensa de su título cuando encontrándose abajo en el marcador con 7-5 y 5-0 frente a Robby Ginepri encandenó trece juegos consecutivos levantando por el camino cinco bolas de partido y llevándose la victoria por un alucinante 5-7, 7-5, 6-0. Simply Félix.
“Yo no tengo el saque de Sampras, la derecha de Rafter o el talento de Agassi, ya sabes. Debo estar muy concentrado cada punto. Debo ser fuerte mentalmente.”
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ