Resguardado, para no perder su encanto, entre cuatro muros se encuentra, restos de celosía
tímidamente nos muestran detalles de su belleza.Recogido en pequeño espacio se mezclan flora diversa, arboles variopintos. Vergonzoso en un rincón el cenador de hierro deslumbra,deleita pérgola con rosaleda, impregna de olor y colorido nuestros sentidos.Encrucijada depaseos, cortos, pero intensos. Una fuentepequeña labrada en granito con relieves en espiral, con muestras salomónicas.
Madrid de los Austrias, para pasearlo, despacio con calma y terminar la tarea, en la plaza de la Paja, recreando el alma en los pequeños bancos de esta delicia escondida a nuestra vista.Aguzar la percepción pues como ya dije, es un secreto escondido…..
Corría 1530 y Nicolás Chalmandrier realizó tal hazaña, Neoclásico en sus pilares aderezados con toques mágicos hispanos-árabes. Pasearon por sus jardines, ilustres caballeros, Don Francisco de Vargas, consejero de los Reyes Católicos y de Carlos I.
Un tal Pedro de Alcántara tellez-giron, príncipe de Angloba, bautizó aquel lugar, que la desidia o la burocraciao tal vez ambos, llevaron a su abandono. Por más de doce años la cancela que su entrada franquea el paso estuvo cerrada hasta que alguien en 1978, ya propiedad del Ayuntamiento de Madrid, decidió recuperarlo para nuestra dicha.
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