Revista Opinión

Rincones del verano

Publicado el 25 junio 2020 por Daniel Guerrero Bonet

Nos sorprende el calor como un amor espontáneo, casi sin buscarlo pero deseando que nos atrape con esa luz cautivadora que altera nuestras vidas a su antojo. Desamparados frente a los estragos que nos causa, no sólo en la piel sino también en nuestra voluntad, buscamos refugio en los ambientes que matizan su luminosidad cegadora y nos libran de su abrazo ardiente. Rincones protegidos por la penumbra quieta de bóvedas vegetales y la estrechez de una cintura pétrea, en los que el calor insoportable, como las pasiones impetuosas, aplaca su ímpetu voluptuoso por la placidez silente de la atmósfera que los envuelve y que contagia y serena el ánimo. No son callejuelas para esconderse, sino para dejar que la vida transcurra tranquila entre ventanas enrejadas de sombras que aíslan una intimidad temerosa de la luz. Abundan pasajes recónditos así, en esta ciudad enamorada del calor y de la luz, que semejan esas gafas que convierten los rayos del Sol en una caricia agradable para los ojos y el corazón. Espacios en los que el verano es domesticado para poder ser deseado y disfrutado, sin riesgo de que nos atolondre con su ardor.


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