Se las conoce como las Cuevas del Águila o las Grutas del Águila indistintamente, aunque hubo un tiempo en que se las conocía como las Cuevas de Romperropas, por el nombre del cerro donde se encuentran, que está enclavado en una pequeña coordillera del Valle del Tietar, denominada Sierra del Águila. También hay quien las denomina así, o que cree que se llaman así por la figura del águila que puedes ver dentro, una de las formas caprichosas que los visitantes creen reconocer entre todas las que la propia naturaleza ha tallado en esta gruta natural. Las cuevas del águila se hayan ubicadas en Ramacastañas, una localidad aneja al municipio abulense de Arenas de San Pedro, a escasos 15 minutos en coche desde mi pueblo, donde estuve el pasado fin de semana. Es por eso que hoy me salgo de la ciudad de Madrid para mostrar otro de mis rincones preferidos, de esta preciosa zona del sur de Gredos, al que voy con mucha frecuencia, si mucha frecuencia se puede entender como una vez al año, más o menos.
No hay amigo o familiar mío que venga a visitarme a mi pueblo, cuando estoy pasando allí unos días de vacaciones o cualquier fin de semana, que se libre de visitar las cuevas, porque a casi todo el mundo acabo llevando. La zona de Gredos da para mucho en otoño: paseos por el campo, ahora en esta estación tan bonito, coger setas o castañas, acercarse a las numerosas gargantas, piscinas naturales o riachuelos que hay a cada paso, visitar castillos, originales museos, realizar inigualables rutas de senderismo... pero en tardes de esas de "se barrunta tormenta" ir a las Cuevas del Águila es una de las mejores opciones que se pueden hacer sobre todo con niños. Allí se está fresquito en verano y casi calentito en invierno, pues tienen una temperatura constante de 17 grados centígrados, y mucha humedad, en torno al 95 %. Además ir con pequeñajos es una experiencia fantástica y divertida. No hay quien tenga más imaginación que ellos para ver cosas que nadie ve y así la cabeza de toro, la tortuga, la Virgen del Pilar, el número 13, la mano o el propio águila que llevan tantos años siendo fotografiados por los visitantes de las cuevas, dejan paso a una coliflor, la cáscara de un plátano, una loncha de bacon, un helado, el churrete de café en una taza... ¿¿ Tendría hambre mi niño ??
La tortuga
La Virgen del Pilar
El número 13
La cabeza de toro
La mano
El águila
El jamón
Las cuevas pueden ser visitadas cualquier día del año. En un recorrido de aproximadamente un kilómetro y durante poco más de media hora que dura la visita, se puede conocer esta espectacular gruta natural que se originó hace unos 50 millones de años, aunque su aspecto actual data aproximadamente de hace unos 12. Merece la pena, la verdad !! A través del camino acondicionado para la visita, podemos ver distintas galerías, recovecos y una gran sala de unos 10.000 metros cuadrados llenos de estalactitas, estalagmitas, columnas y caprichosas figuras kársticas que se fueron formando en la piedra caliza con el paso de los años. Una curiosidad que explican los guías: un centímetro de estalactita tarda alrededor de 150 años en formarse. Casi nada !! Las Cuevas del Águila fueron descubiertas casualmente por un grupo de cinco chavales de la zona la tarde-noche de un 24 de diciembre, día de Nochebuena de 1963, cuando vieron salir vapor de agua de un estrecho agujero que creían gatera, en el cerro Romperropas. En él se adentraron con cuerdas y candiles y descubrieron lo que hoy es la gran sala. Allí dentro estuvieron perdidos durante unas cinco horas hasta que consiguieron salir y pudieron comunicar el hallazgo. Unos meses más tarde, el 18 de julio de 1964, las cuevas se abrían al público para su visita después de una intensa labor de acondicionamiento.
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