Durante los mandatos de Esperanza Aguirre, 2003-2012 y del actualmente detenido Ignacio González, 2012-2015, ocurrió lo que muchos economistas llaman “El milagro económico de Madrid”.
Esa Comunidad de 6,4 millones de habitantes se convirtió, superando a Cataluña, País Vasco y Navarra, en la más rica y próspera de España, a pesar de la corrupción de sus numerosos cargos políticos investigados ahora en la “Operación Lezo”.
José María Rotellar, un economista del equipo de Aguirre, procedente de la empresa privada y a la que volvió recientemente, acaba de publicar un libro, titulado también “El milagro económico de Madrid” que comienza con la afirmación de que sus rebajas fiscales permitieron que cada contribuyente de la Comunidad ahorrara 1.100 euros al año; la liberalización comercial permitió a los establecimientos adaptarse enseguida a la ampliación de la demanda, y creó 20.000 empleos.
A la vez se suprimieron 120 entes públicos, la mitad de las Consejerías, 50 altos cargos y dos tercios de vehículos oficiales, que permitieron ahorrar 5.000 millones de euros, algo menos de un tercio del presupuesto de la Comunidad.
Todos los servicios públicos mejoraban incluso en los años de la crisis porque la liberalización servía de motor económico y para atraer nuevas inversiones y la eficiencia en el gasto permitió crecer cuando en otros lugares decrecían.
En plena crisis construyeron algo más de 400 centros educativos, 12 hospitales, 80 centros de salud, 240 centros de día y discapacidad, 100 nuevos kilómetros de metro, implantaron el bilingüismo en 450 centros públicos y concertados, y triplicaron la Renta Mínima de Inserción.
Rotellar achaca al liberalismo ese progreso, pero no explica cómo fue posible que se produjera entre tanta corrupción como la que se conoce ahora.
Habrá que suponer que porque circulaba tanto dinero bajo administración de la Comunidad que era fácil sisarlo. No había un sistema de control eficaz del gasto, lo que facilitó todas esas corrupciones.
Conocido el poder de atracción de capitales al que tuvo acceso Madrid por su liberalismo --y que mantiene-- y la corrupción que lo siguió, se plantea la pregunta de si para el bien común es mejor la corrupción enriquecedora que la pureza empobrecedora, maniqueismo falso porque cuando hay dinero por medio hasta los más puros tienen tentaciones, y muchos caen en ellas.
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SALAS