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Risas léxicas

Publicado el 08 noviembre 2021 por Angeles

Hay palabras que, por alguna razón, nos resultan cómicas. Palabras que simplemente nos hacen gracia, con independencia de que conozcamos o no su significado, y con independencia de que ese significado aluda o no a algún concepto cómico. 

Y esto es lo que me ha ocurrido con algunas de las palabras que he aprendido últimamente, que me han resultado muy divertidas. Una de ellas es machucho, que me parece graciosísima, como también me lo parece pachucho, por cierto. Sin embargo machucho significa "persona entrada en años" (y que por lo tanto puede estar pachucha, añadiría yo), o "persona juiciosa y experimentada". Pero decir, por ejemplo, "el profesor Tal es un hombre serio y machucho", me resulta poco serio, valga la contradicción.

Parece, según apunta nuestro viejo amigo Corominas, que esta palabra deriva del árabe, y que originalmente designaría a la "gente del norte", por su carácter flemático.

Otra de esas palabras nuevas para mí es metemuertos. Ya me dirán si a ustedes también les hace gracia, porque a mí me parece muy cómica.

Tampoco en este caso el significado alude a nada jocoso: el metemuertos es el empleado del teatro "encargado de retirar los muebles en los cambios escénicos", aunque, según me dice el diccionario, también se emplea con el sentido de "entrometido", "impertinente".

Para remate del tomate, la palabra metemuertos tiene como sinónimo sacasillas, que aunque es una palabra meramente descriptiva, a mí, nuevamente, me resulta muy chistosa. 

Por último, también me ha hecho reír recientemente la palabra purrela, que se refiere a un vino de mala calidad, y por extensión, a cualquier cosa de poco valor.

Al contrario que las tres anteriores, purrela es, según el diccionario, una palabra de creación expresiva. Esto de las palabras de creación expresiva es un asunto muy interesante y complejo, pero, dicho de manera simple, se trata de palabras que no tiene un origen etimológico (no derivan de palabras anteriores), sino que son de creación espontánea, con las que el hablante intenta reproducir una sensación o una impresión del gusto, del tacto, del oído o la vista. Es decir, un intento de reproducir sensaciones físicas mediante los sonidos del lenguaje. Cuando esto ocurre, se dice que esa palabra tiene valor fonosimbólico.

En el caso de purrela, a mí me parece clarísimo ese valor fonosimbólico: imagínense ustedes a una persona que prueba un vino muy malo y su consiguiente reacción, y verán a qué me refiero.

Como esto de las palabras que nos hacen gracia por su mero sonido también me parece un tema muy entretenido y ameno, quizá en una próxima entrada podríamos hablar de una teoría que intenta explicar el por qué de esa jocosidad fonética.

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