Revista Cultura y Ocio
"Era un roble muy viejo. Una de las ramas más bajas se había quebrado recientemente. A unos dos metros más abajo, alguien había clavado al tronco la cabeza de un simio y tres flores de ajo con un alfiler de sombrero. Sin embargo, la niña que dormía bajo la sombra del roble parecía ajena tanto al árbol como a sus extraños aderezos. Ni siquiera se dio cuenta de que un grajo aleteaba hacia ella. Tampoco se percató del bisbiseo que producía la sangre al brotar entre sus incisivos y deslizarse garganta abajo. La sangre no tardó en mancharle el pelo color maíz, pero ni por esas se percató la niña. Porque no estaba dormida. Dian Spark tenía ocho años y estaba muerta."
"La novela que inspiró "The wicker man" reza en la portada, así que pongo atención (no es lo mismo la de Nicolas Cage que la rodada a principios de los años 70) y, cuando veo que se trata de la película de Robin Hardy, me lo anoto como lectura inminente. Es por eso que hoy traigo a mi estantería virtual, Ritual.
Conocemos a David Hanlin, un policía de Scotland Yard puritano y escrupuloso en sus normas, a su llegada al pueblo de Thorn para investigar la muerte de una niña cuya puesta en escena le lleva a pensar que se trata de una muerte ritual. Obsesionado en investigar al pueblo y sus habitantes, seguirá indicios de creencias y ritos paganos descubriendo las tradiciones más oscuras de los lugareños.
Este libro, publicado en 1967 y llevado a la pantalla seis años después, tuvo un éxito medido pero continuado en el tiempo según he podido investigar. Tengo que decir que, pese a haber visto la película, no me enteré de su existencia hasta hace unos días. Pero fue traerlo a casa y desear finalizar la lectura que tenía entre manos para ponerme con él.
Me he encontrado con una historia tremenda, perfectamente orquestada para intranquilizar al lector deseoso de acompañar a este inspector en su búsqueda de respuestas. No será la búsqueda del culpable lo único que nos intranquiliza sino la certeza de que cada persona tiene un lado oscuro, un lugar para guardar sus secretos y sus sombras y el miedo a que esas sombras se vayan a liberar. Porque vaya si lo hacen. Y se nos rebela así la naturaleza en todo su esplendor. Pero esta vez no se trata de una naturaleza como la que nos encontramos en esos vídeos que se mandan por mensajes y que van acompañados de melodías clásicas. La naturaleza tiene dos lados, y hay otro oscuro, que ronda lo instintivo, lo salvaje; y que va desde la hermosa flor que resulta ser carnívora, hasta la mejor de las sonrisas que se torna en cuestión de segundos en una mueca para ocultar los sentimientos de su portador.
En un momento en que los puritanos vivían sabiendo que su actitud era la correcta, y en el que la sombra de la brujería atrapaba a cualquiera que no siguiera las normas, tal vez el miedo a encontrarla de frente pueda ser la peor de las maldiciones. El miedo a confundirnos, a ser tentados, a sucumbir, a no ser capaces de encontrar un culpable o a temer que todos en el pueblo sean culpables. Todo eso ha conseguido hacerme sentir Ritual. Exactamente igual que lo siente su protagonista.
Podría hacer ahora referencia a varias películas o series que tienen perfiles comunes con el libro que hoy traigo, pero mi temor a desvelaros un final que tendréis que descubrir y luego leer hace que prefiera callarme. Porque Pinner consigue un final redondo. No busca sorprendernos con bruscos giros sino deja pistas como migas de pan que podemos coger o pasar de largo en ese oscuro bosque cuyo punto central es un roble viejo, muy viejo... tanto como las ceremonias rituales.
Confieso que me he leído el libro en dos sentadas y que he sido incapaz de quitármelo de la cabeza durante esos días. Y vosotros, ¿os ha sucedido eso alguna vez con un libro?
Gracias