Más allá del resultado en el campo de juego (de juego, no lo olviden), hoy en día se vive el fútbol como una extensión de la rivalidad (¿política?) entre las dos ciudades más importantes de España (hasta que don Pelayo regrese con sus hordas carballonas, claro está).
Sí, ayer fue una paliza tremebunda y ni siquiera en el famoso 2-6 de hace un par de años la diferencia fue tan estratosférica… pero sólo es un juego y eso es algo que se olvida muy a menudo. A esto debemos unir el asunto de las elecciones catalanas y el triunfo de los independentistas… ¿qué pasará ahora? Pues me temo que más o menos lo de siempre a no ser que alguien llegue desde el Gobierno Central.
Y es que hay un asunto que no deberíamos nunca olvidar cuando habla un político: está hablando un mentiroso consumado, independientemente del partido que sea. El político no dudará en engañar y hacer falsas promesas porque no olvidemos que no cumplir las promesas no es ningún delito y en cuatro años que suelen estos tipos durar en el cargo han tenido tiempo suficiente para hacer de las suyas, es decir, nada de lo que han prometido y todo lo que han pensado.
Me gustaría que por una vez olvidásemos a esos seres putrefactos y pensásemos que El F.C. Barcelona es precisamente un club de fútbol, más allá de los intereses políticos de los dirigentes e incluso a veces de los propios jugadores.
Fue una paliza en el campo y ya está.
Ahora que conocemos a otros animalitos, sabemos muy bien lo que van a hacer: sacar pecho por algo que no les pertenece.Martín Cid
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