Revista Cine
¿Quien quiere ver cine cuando se está frente a las más bellas playas de México? Gente como quien esto escribe. En realidad, ir a la playa para luego encerrarse dos, tres, cuatro, cinco horas dentro de una sala de cine -o al revés- no debe entenderse como una extravagancia. Después de todo, el Festival de Cine de la Riviera Maya (RMFF 2012) no es el primero en tener su sede en una playa turística -creo que Cannes está en playa, ¿o no? El festival está concebido, en parte, como una plataforma para la promoción del cine mexicano aún sin estreno comercial. El premio Kukulcán, que consta de 300 mil pesos y que debe usarse para la promoción y distribución de cada cinta cinta ganadora, se otorgará por partida doble, a la Mejor Cinta Mexicana y al Premio Especial del Jurado. Como ya hemos revisado casi toda la competencia de la Plataforma Mexicana -nos faltan solamente tres filmes-, además de las bellezas naturales de la Riviera Maya, nos podremos entretener revisando la excepcional programación no nacional. En las secciones no competitivas, sospecho, se verá el mejor cine: Panorama Autoral, Planetario, Gran Público y las infaltables Galas.Se trata de 68 filmes internacionales -45 de ellos estrenos en México- y, a ojo de buen cubero, por lo menos la mitad pueden resultar interesantes. En una de esas, vemos alguna película que se cuela en mi lista de lo mejor del año.Llegamos a Playa del Carmen después de un temblor de 7.89 en la escala de Richter en la Ciudad de México -de lo cual no tuvo la culpa el Festival- y luego sufrimos algunos problemas menores -el mal fario que lo sigue a uno por dedicarse a la crítica de cine, qué remedio- que fueron resueltos por Sara Cano y su equipo. La inauguración inició a tiempo y los discursos, tanto de la guapa directora del festival, Paula Chaurand, como del gobernador Borges y del invitado especial, Ethan Hawke, fueron cortitos, tal como debe ser en estos casos. El escenario elegido de Xcaret no es el más adecuado para ver una película de poco más de dos horas -el lugar es bellísimo, pero me pareció incómodo para funcionar como sala de cine- pero Los Bien Amados (Les Bien Aimés, Francia-GB-República Checa, 2011), el más reciente largometraje de Christophe Honoré, fue una buena elección, por más que la cinta se alarga demasiado en su última parte.En el París de los años sesenta, Madeleine, una guapa vendedora de zapatos, se salva de terminar en la cárcel por ladrona al convertirse en prostituta. En uno de sus servicios, conoce al médico checo Jaromil, quien se casa con ella y se la lleva a vivir a Praga. Madeleine termina abandonándolo -Jaromil le es infiel y además están los rusos entrando a Checoslovaquia en ese momento- y regresa a París con su hijita Vera, se vuelve a casar con un buen tipo pero, ni modo, no logra olvidar a ese hombre del que dice "puedo vivir sin ti, pero no puedo vivir sin dejar de amarte". Vera, cuando crezca, tendrá problemas amorosos similares: un compañero de trabajo, Clément, estará enamorada de ella, pero Vera no tendrá ojos más que para un gringo gay y, además, con SIDA. Suena melodramático, casi telenovelero y hasta excesivo y, en efecto, a ratos eso es. Pero si le digo que Madeline joven es Ludivine Seigner, que Madeline vieja es Catherine Deneuve, que Jaromil viejo es el mismísimo Milos Forman, que Vera es Chiara Mastroianni -hija, claro de Madame Denueve y el Divino Marcelo- y que Clément es interpretado por Louis Garrel, el asunto mejora notablemente. Y si además agrego que la película es, en realidad, una suerte de comedia melodramática musical -hay once números musicales a lo largo del filme, entre los que destacan uno interpretado a dúo por Mastroianni/Deneuve, otro cantado por las cuatro actrices que interpretan a Vera y Madeleine en distintas edades, y otro más en el que Jaromil joven (Radivoje Bukvic) y la Madeliene joven (Savignier) hablan/cantan sobre su hija adolescente-, el filme mejora todavía más. Pero, bueno, debo confesar que tengo debilidad por los musicales. Y por Madame Deneuve. Pero, hombre, ¿quién no? Demándenme.