Emociones a raudales.
Volvemos a un tomo más o menos pausado en cuanto a combates se refiere. Se finiquita la batalla con la que acabamos el anterior y vuelven los tejemanejes en la sombra por parte de cierto sector de la nobleza de Midland, pero antes de entrar en eso... tengo que decir que la forma en la que Guts zanja dicha batalla me ha dejado muy loco. Un personaje del que sinceramente, no entiendo sus motivaciones, ayuda al protagonista a salir de una situación bastante difícil y repito, no entiendo por qué lo hace O-o (no viene a cuento que lo haga, eso o me estoy perdiendo algo).Pero lo que hace de este octavo tomo un auténtico tomazo, es la parte final. Hace un par de números se notó un cambio en Guts, algo que hizo que tomase una decisión con respecto a su vida, y es ahora cuando toma la determinación de llevarla a cabo asumiendo las posibles consecuencias que pueda acarrearle. La reacción de sus compañeros es muy interesante, pero es especialmente transcendente la de Kasca y la de Griffith. La primera empieza a darse cuenta de sus propios sentimientos, y el segundo muestra un egoísmo de la peor calaña (algo de lo que ya había dado señales antes, pero que deja claro en esta situación). Me encanta como Kentaro Miura he resuelto toda la escena, de principio a fin, todo lo que pasa y todo lo que se dice es perfecto *-*.Decir que tengo ganas del siguiente tomo es quedarse muy corto.