No todos son malos.
Esta cuarta entrega de Bestiarius me ha pillado de sorpresa, creí que las aventuras de Arthur y compañía se habían acabado, pero resulta que no (por mí perfecto :p ). En esta ocasión la historia cambia el punto de vista desde la que se nos cuenta, en los tomos anteriores ya dije que el autor se esforzaba por dejarnos claro que los romanos eran los seres más despreciables de este universo, pero ahora nos pone en la piel de un soldado de Roma. Esto le ha dado un toque muy interesante a la trama, la verdad es que me ha encantado. Muchos siguen con fe ciega al emperador Domiciano porque es su deber, porque se supone que su figura representa todo lo bueno que debe ser Roma... y ver cómo uno de ellos va abriendo los ojos, descubriendo la realidad de los actos de su emperador y las atrocidades que conllevan, es muy pero que muy interesante.Volvemos a ver a todos los personajes de los anteriores volúmenes, aunque es Arthur el que se come todo el protagonismo. Su escena es sublime, cargada de acción y sentimiento a partes iguales, con un desenlace que no me esperaba... pero que deja las cosas muy pero que muy calentitas para el futuro. Además el autor se ha sacado de la manga una nueva bestia que ya solo por su diseño, impone mucho y promete un gran combate para el siguiente tomo. Por otro lado, ha aparecido un nuevo personaje que creo que rivaliza en maldad y locura con el propio emperador, aunque a diferencia de Domiciano, este parece que no se deja llevar tanto por sus emociones, tiene una templanza y una frialdad muy marcadas, algo que a mi parecer lo hace mucho más peligroso; a lo mejor me equivoco, pero tengo la sensación de que acabará dándoles más problemas a los protagonistas que el cabecilla del Imperio Romano.
En definitiva, me ha encantado este tomo. Teniendo en cuenta que no lo esperaba lo he leído con muchas ganas y no me ha decepcionado. Espero que el siguiente siga a este nivel.