Revista Cine
Director: Sam Mendes
No es por nada, pero ayer me dieron ganas de ver "Road to Perdition", como la había sacado a colación a raíz de "Plunder Road" y todas las películas que tienen la palabra road en su título que planeaba ver de corrido. Eso sí, antes de ver la película leí la novela gráfica homónima escrita por Max Allan Collins y dibujada por Richard Piers Rayner, y creo que ello fue decisivo para mi apreciación, nada positiva, del film de Sam Mendes. Y es que la novela gráfica original (luego han salido secuelas y esas cosas) es excelente, deja la vara muy alta para una adaptación errónea y mediocre, y que como película en sí tampoco me parece una gran muestra de cine. Debo decir que he quedado tremendamente disconforme y decepcionado; realmente esperaba una película a la altura del material de partida.
Michael Sullivan es un leal asesino a sueldo que trabaja para John Rooney, mafioso irlandés que controla la ciudad. Un día a Michael Sullivan le dan una puñalada por la espalda y éste debe huir con su hijo para buscar venganza.
Pues sí, como adaptación, "Road to Perdition" es increíblemente mala. Como película, es regular y olvidable. ¿Habría tenido una opinión distinta de no haber leído la novela gráfica? ¿Mi impresión habría sido inversa si hubiese visto la película primero y luego leído la novela gráfica? ¿Vale la pena hacerse estas preguntas? ¿Qué es lo mejor del film? Ciertamente, la banda sonora. Y Paul Newman, que de todas formas está desaprovechado y dirigido pobremente y con sumisión. La dirección de actores no me ha gustado nada (Jennifer Jason Leigh debió escuchar "sonríe y pone cara de preocupación"). Mucho menos el guión, a todas luces lo peor de lo peor. Pero retrocedamos un poco al inicio de todo error: la adaptación. No creo que revele secretos de estado al apuntar los cambios que tanto funcionan en el original y tanto lastran a la película.
En primer lugar, aunque me guste Tom Hanks, debo cuestionar su elección como la más acertada para el rol de Michael Sullivan. El de la novela gráfica, apellidado O'Sullivan, es un implacable y frío asesino a sueldo que no pestañea ni se inmuta en lo absoluto ni al momento de asesinar ni cuando se encuentra con desagradables sorpresas en casa u otros lados: el tipo es un soldado (importante aspecto éste), sabe que la muerte, injusta o no, es una certeza irrefutable. No es un asesino cualquiera, sino que uno apodado el ángel de la muerte. Su presencia es imponente para cualquiera, incluso para poderosos mafiosos que le temen (aunque no lo demuestren, ya saben, por protocolo y apariencias). Por ello, tiene una fuerte personalidad que no se deja avasallar por nada, lo que tampoco le quita educación y clase. La suya es una verdadera figura mítica del hampa estadounidense. Liam Neeson habría sido una elección apropiada. ¿Cuál es el problema con Tom Hanks? Partiendo del guión, al tipo lo convierten en alguien lastimoso y atormentado por lo que hace, por lo demás, se olvidan del apodo y deviene en un simple sicario del montón (ya no un soldado), que cumple lo suyo pero careciendo de ese aura tan poderoso. El de Tom Hanks acepta esperar horas para ser recibido, se tira al suelo al recibir malas noticias y a veces se pone a llorar cuando jala el gatillo. En mi opinión, lo debilitan y arruinan, lo vacían de todo su contenido, todo lo que lo hacía memorable. Esta desmitificación también afecta otros elementos narrativos esenciales del relato, como el viaje y la venganza que emprenden padre e hijo y la relación paterno-filial entre ambos (débil y poco creíble en el film). La película más parece una simple y chapucera venganza que una experiencia definitiva por parte del chico, acá retratado como un simple niño en vez del hombre en ciernes que forja su honor. A la atmósfera le falta ese tono oscuro y solemne del original, ese profundo pesimismo propio del buen noir y el aterrador salvajismo del buen cine de gangsters (en realidad parece que casi todos los personajes son unos malditos cobardes). La película se queda con la apariencia y no los interesantes simbolismos del orginal; por su parte, el autor de la novela gráfica, sustentado en una minuciosa investigación histórica, elabora un fascinante retrato de la época al mezclar figuras y hechos históricos con la ficticia historia de O'Sullivan, que incluso se adentra en una verdadera guerra contra la mafia, otro mito más. Por lo demás, el relato y/o trama carece de los huevos del material en que se basa, y no lo digo únicamente porque se decidió tirar a la basura las por lo menos cuatro carnicerías que provoca el (verdadero) protagonista, sino porque el motor narrativo es una moralina barata y conservadora de seguro impuesta por los mojigatos de Dreamworks. El problema no es que no haya sangre y tiroteos, sino lo que lo reemplaza, todo muy claro en quién es bueno y quién es malo, cero ambigüedad moral, puro aleccionamiento de pre-escuela. Por si fuera poco, en la película hay incongruencias narrativas inaceptables, como por ejemplo todo lo que rodea al gran punto de quiebre (concepto que le encanta a los dogmáticos profesores de guión): ¿cómo supo Tom Hanks quién hizo tan terrible acto? Supongo que el hijo se lo dijo en una escena que no vimos, o de seguro lo dedujo considerando el contexto previo (aunque sumiso y todo, no creo que sean tan tonto, ¿no?). Peor aún, en el material original nunca queda realmente claro si la orden vino de arriba o fue un simple y estúpido acto impulsivo. A propósito, el personaje de Daniel Craig es una caricatura insoportable y mal actuada, y verdaderamente no entiendo el rol de Jude Law. Por último, Perdition, que es la ficticia ciudad a la que se dirigen el padre y el hijo, queda en Kansas, un estado situado casi en medio de Estados Unidos... entonces, ¿cómo es que llegan a una puta casa frente al mar? ¡¿Es una mar metafórico?! ¡¿LO ES?!
Me han dado fuertes ganas de ver "Miller's Crossing", un cine negro bien entendido y aplicado. ¿"Road to Perdition"? Al menos me enseñó que en el mundo pueden haber generosos granjeros que acojan desinteresadamente a mafiosos heridos de bala. Tremenda decepción.