Continuando con nuestro road trip durante Golden Week, hoy toca hablar de lo que hicimos el segundo día, después de haber cruzado el día anterior medio Japón en coche conduciendo desde Matsumoto hasta Awajishima, frente a la bahía de Osaka.
En su extremo sur, Awajishima conecta con Shikoku, la menor de las cuatro islas principales que conforman el archipiélago nipón. Lo hace mediante el puente de Ōnaruto.
Este puente es la forma más directa de llegar hasta Shikoku. Nosotros los cruzamos en coche, aunque también se puede cruzar en autobús. Se puede incluso llegar en ferry a la isla.
Una vez pusimos el pie en Shikoku, nos acercamos hasta el puente colgante para verlo más de cerca. El puente, a pesar de ser uno de los más largos de Japón, es quizás más famoso por su localización, en el Estrecho de Naruto.
Este estrecho marino es uno de los más curiosos de Japón, ya que conecta el Mar Interior de Seto con el Océano Pacífico y provoca fuertes turbulencias que originan remolinos. De ahí viene el nombre de Naruto (鳴門), que en japonés significa literalmente "puerta ruidosa" y hace referencia al ruido que provova el mar cuando está revuelto.
El puente, en su parte superior dispone de varios carriles para el paso de vehículos, mientras que en la parte inferior hay pasarelas para cruzar a pie.
Los japoneses, como no podía ser otra manera, han convertido la parte transitable del puente en una atracción turística para observar los vórtices que se producen en el cruce de aguas. Pinchad en la imagen para más información.
Las fuertes corrientes vienen causadas por la marea, que dos veces al día desplaza grandes cantidades de agua hacia el interior, el mar de Seto, y hacia el exterior, el océano Pacífico. La diferencia de altura que se crea entre las dos masas de agua en ocasiones supera el metro de altura, empujando el agua a través del estrecho con una velocidad de 15 km/h.
Para observar los remolinos, uno puede hacerlo desde la plataforma Uzu-no-michi del puente de Ōnaruto, como hicimos nosotros; o a bordo de un barco turístico, como hizo mi amigo David, la mejor forma de verlos desde cerca.
Es impresionante ver como los barcos se acercan tanto que parece que vayan a ser arrastrados y engullidos por un remolino.
Para disfrutar bien de este espectáculo conviene hacerlo durante las horas pico de la marea. Estas se anuncian a la entrada del puente cada mañana y varían dependiendo de las estaciones del año. En primavera, la marea es más fuerte y el agua puede llegar a alcanzar una velocidad de 20 km/h, generando impresionantes remolinos de hasta 20 m de diámetro, según dicen.
Nosotros apenas apreciamos unos pocos remolinos. La mayor parte del tiempo eran simplemente aguas revueltas, aunque definitivamente no es el lugar al que uno se tiraría para nadar.
Al final de la visita a los remolinos de Naruto no podía faltar la clásica foto de grupo.
Después pusimos rumbo hacia el interior de Shikoku para encontrar un camping donde montar las tiendas y pasar la noche.
Habíamos cumplido el objetivo del viaje así que ¡había que celebrarlo! Para ello compramos un montón de cervezas y kilos de carne para hacer una barbacoa. Había ambiente de fiesta en el grupo y el camping era el lugar propicio para liarla, pero con el cansancio acumulado tras recorrer cientos de kilómetros a los conductores nos costó un poco mantenernos despiertos hasta altas horas de la noche.
El road trip continuaba al día siguiente, de ruta por el interior de Shikoku, una isla de especial relevancia dentro de la tradición budista en Japón. En el siguiente post os explico porqué.