Revista Cultura y Ocio
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JUNIO DE 1943
Otros regresaron mucho despuésde acabar la guerra, así que yo estaba seguroque tú no estabas muerto, padre.Cuando te conducían por la ciudad,probablemente escapaste,corriendo. Era otro al que habían disparadoen tu lugar. Un díatú volverías,flaco, raído, para contar historiasde los pantanos donde te escondiste.Un día volverías,recorriendo un largo camino desde Rusia.
Y cuando me fallastey no viniste, le pedí a mi madreque me contase una vez máslo que había pasado,y me obligué a entrar en la mentedel judío que te delatóoh padre mío,el que reveló donde ocultabas tus armas,tus planes de fuga.Yo le hablé de tu valor.
Cuando esto no sirvió, padre,soñé que tenías poderes,que podía bombear vodkaen la sangre, paralizaral policía ucranianoque disparó su armacuando atacaste al jinete de las SS.
Y cuando esto también falló,oh padre,cerré las persianasy les torcí el rostroa las personas forzadasa mirar en la plaza,para que no pudieran verte caer,para que no pudieran oírte decir,dos veces, el nombre de mi madre.
Roald Hoffmann en Catalista, poemas escogidos (Huerga & Fierro, 2002).