Sábado de concierto, la prudencia amordazada en el maletero . Nos metemos mano en los arbustos escondiéndonos de los niños. Hay violines, eso sí. Siempre hay violines cuando estamos bien. Y muchas guitarras enchufadas, eso también. Volátilmente trotamos, la ciudad reverbera. Nos hidratamos a la vez que sudamos: los tragos que entran por los hielitos que salen. Es una tarde idílica con estos en el parque. Hoy viene Robe a Madrid Escena.
Robe, que está muy bien acompañado sobre el escenario, pero en solitario. Como refleja esta foto de Miguel Rivera que ilustra estas líneas. Porque se empeña en reivindicar a sus músicos y verse a sí mismo como el grupo que tuvo. Pero va solo y por el camino se dejó a Iñaki Uoho. No hace tanto, en sus conciertos como Robe solo tocaba sus entonces dos discos con su nombre, pero ahora mete también varias de Extremoduro. Que eso es 'Mayéutica' también, su último disco propio: Extremoduro. Nos quedamos todos con las ganas de la gira de despedida y, bueno, vale.
Pero las bandas no son solo las canciones, son también sus integrantes. Militancia y rock son dos palabras siempre unidas. La personalidad que le sobra a nuestro protagonista de esta noche, eso también es verdad. Dicho lo cual. Un bolazo de 10/10. Carteles arriba con la nota todos a una. 11.000 pipol empujando contra el escenario. Atardece, el cielo puramente azul se cae sobre nosotros mientras suena 'Del tiempo perdido'. No perdáis el tiempo. Hacedlo todo como si fuera sábado de concierto en el parque. Como solo nosotros sabemos.
Agarra el tiempo que de repente se va. 'Si te vas' fue la primera de Extremoduro, así bastante de primeras. Era de noche pero era de día. Es tan formidable cuando todos brillamos juntos. Ambientazo. Pasamos del día a la noche retumbando como amapolas, si acaso las flores retumbaran. Yo creo que sí. Ojalá poder embotellar esta cruda euforia. Aprieto el cerebro para recordar el momento. Es rock tántrico. No quieres olvidarlo, quieres atraparlo, pero nadie puede atrapar al rock. Ni siquiera Robe, pues le atraviesa como a cualquiera aunque salga de él. Si te vas.
Se queja el cantante de la hora de comienzo del recital, pero es mágico transitar desde el día hacia la noche. 'Nana cruel'. 'Tu corazón'. 'Tango suicida'. Por lo que hagamos esta tarde de casi verano caerá sobre nosotros todo el peso de 'La ley innata'. Pero eso en otro rato. Por ahora nos bamboleamos con el 'Segundo movimiento: lo de fuera'. El sonido es potente, es un martillo pilón. El gentío brama y gira sobre sí mismo. Se atornilla a este momento. La de recuerdos que se queda el parque Enrique Tierno Galván. Una mañana volveré solo para sentarme allí a escuchar mi propio silencio y os oiré ser felices. Descanso de veinte minutos. Cola para un pis.
Me parece, opino, creo, estimo que '' es una pequeña gran obra maestra y aquí se viene. La obra de Robe está por encima de cualquier consideración. Tras el descanso, todo ''. Mira que es intrincado, lírica y sonoramente, pero estamos todos dentro. Nadie dijo que fuera fácil. Qué bien este triunfo desmesurado de alguien que nos pía desde los márgenes y que no necesita entrar para ser masivo. 'Después de la catarsis'. 'Mierda de filosofía' ( temón rock mayúsculo). 'Un instante de luz'. 'Yo no soy el dueño de mis emociones'. 'Coda feliz'. Me gusta. Todos somos una coda de alguien, a poder ser feliz. La noche nos atrapa. Bis para un pis.
Bis después del pis. 'A fuego'. La magnificencia de 'La vereda de la puerta de atrás' y la catarsis colectiva de 'Ama, ama, ama y ensancha el alma'. No puedes abrir los brazos tanto como necesitas con esta canción. Querrías atrapar la ciudad entera, pero no llegas. Es desesperante. Pero te abrazas a los tuyos, a los que pillas por delante. Las chicas susurran a los chicos en mitad del seísmo. No hay arbustos suficientes en todo Madrid para tanta intención inconfesable. Es el poder irradiador de las canciones de Robe. Nos acalora en una ciudad ya de por sí en llamas. Ardemos pero no nos quemamos. Es todavía mejor: explotamos y nos desmembramos por una canción o dos.