Fotografía: Jesús Díaz Artiaga |
El 20 de noviembre Roberto Iniesta volvió al Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid cuatro años después de la gira Bienvenidos al temporal. Lo hizo para presentar Mayéutica, su tercer disco de estudio en solitario, con Woody Amores (guitarra), David Lerman (bajo, saxo y clarinete), Carlos Pérez (violín), Alber Fuentes (batería), Álvaro Rodríguez (teclado) y Lorenzo González (coros y bajo) y tras otra tempestad más reciente y agitada. La despedida a la francesa de Extremoduro se saldó con un intercambio de comunicados, el cabreo generalizado de los fans y aún colea. Quizás por este motivo me sorprendió un recibimiento tan efusivo; de hecho, no recuerdo haber escuchado semejante "¡oé oé oé oé!" antes de un concierto. Ahora bien, tratándose del placentino, no hay normalidad que valga, ni vieja ni nueva.
De manera que, con el público entregado y ocupando gran parte del recinto —todo vendido en pista y en la grada frente al escenario y muy buena entrada en los graderíos laterales—, el concierto arrancó puntual sobre las 21:00 con Hoy al mundo renuncio, el tema que abre su segundo álbum en solitario Destrozares: canciones para el final de los tiempos. Tan animado estaba el personal que Robe no dudó en dar las buenas noches y dedicar un enérgico "¡ehpa!" antes de la segunda del listado, Guerrero, de su debut en 2015 Lo que aletea en nuestras cabezas, y de Si te vas..., la primera canción de Extremoduro que sonó durante la velada.
En los primeros 30 minutos apenas hubo un instante de calma. "Esta canción habla de mis defectos, carencias y errores...", exclamó Iniesta para romper la primera tregua de la noche del sábado en Madrid y dar paso a Contra todos, cuyos compases iniciales sonaron muy flamencos. "¿Alguien tiene un plan para salvar el mundo? Cuanto más difícil sea el plan, más orgulloso estarás, y si es imposible, aún mejor, porque en el fracaso también tendrás la gloria", fueron las palabras que precedieron a la segunda canción de Extremoduro en el listado, El camino de las utopías. Justo después de Un suspiro acompasado, nos dieron las 22:00 con una gran ovación: So payaso. Teniendo en cuenta que Si te vas... y El camino de las utopías pertenecen a discos de la última etapa de Extremoduro, con aires menos o nada transgresivos, me sorprendió gratamente escuchar este clásico guitarrero de aquel Agila de 1996. Si la banda no lo defendió a la perfección fue por el violín. Por favor, aquí no. En Dulce introducción al caos que suenen todos los violines del mundo, pero no en So payaso. Tras recordar La ley innata, menos aún me convenció el hilo musical que sonó durante el descanso de 15-20 minutos. En serio, ¡ya basta!, quien quiera escuchar siempre las mismas canciones de los mismos grupos que escuche la radio, pero a los demás que nos dejen en paz de una puñetera vez.Finalizado el descanso, serían las 22:45 cuando sonó el último álbum Mayéutica casi del tirón si no llega a ser por el solo de guitarra de Woody. Aquí ya hubo reacciones de todo tipo. Desde mi atalaya vi gente enchufadísima como la mujer que se tomó al pie de la letra Mierda de filosofía y bailó "como una puta loca" de pie en la grada cada movimiento del disco. Sin excepción, bravo. Mención especial para los aplausos que recibía Lorenzo cuando literalmente lo daba todo con sus segundas voces. ¡Qué descubrimiento, qué arte! Sin embargo, también vi personas que parecían estar escuchando estas canciones por primera vez en su vida, inmóviles, deseando que sonara otra de Extremoduro cuanto antes. Cualquiera sabe, pero con la cantidad de camisetas de la banda que había esa noche...
Personalmente escuchar en directo Mayéutica de principio a fin fue un acierto, como cuando en noviembre de 2008 en este mismo Palacio de Deportes sonó igualmente de forma íntegra La ley innata. Ya no recuerdo si entonces hubo pogos, pero en esta ocasión no costó encontrar un par de ellos en la pista mientras se coreaba a pleno pulmón "¡ahora, ahora, ahora es el momento!", los versos de Un instante de luz que dan título a esta gira de 2021. A propósito de pogos, en las redes sociales de Robe se recomendó que para bailar o hacer un pogo, mejor hacerlo en la pista a la derecha del escenario, en "la zona marchosa". La próxima vez alguien debería recomendar algo más importante como por ejemplo el uso de la mascarilla. Con la incidencia del coronavirus en alza aquello fue un despropósito y la antítesis de cultura segura.
"Me da vértigo el punto muerto y la marcha atrás, vivir en los atascos, los frenos automáticos y el olor a gasoil. Me angustia el cruce de miradas, la doble dirección de las palabras y el obsceno guiñar de los semáforos…", tras dar buena cuenta de Mayéutica, eran las 23:30 cuando Robe recitó los versos de Francisco M. Ortega Palomares, o lo que es igual, la intro de Standby. Y si este otro clásico de Extremoduro fue celebrado por todo lo alto, imagina qué sucedió con La vereda de la puerta de atrás y Ama, ama, ama y ensancha el alma antes de dar por finalizado el concierto. "Se está acabando la gira, pero el año que viene venimos con más, hasta siempre", palabra de Roberto Iniesta, nada más que añadir..Crónica: Alberto C. MolinaFotografía: Jesús Díaz Artiaga