La semana pasada Extremoduro anunció su despedida, y a la par el anuncio de una gira de despedida.
A mí no me sorprendió en absoluto ni una cosa ni la otra.
Lo que si me sorprendió fue el alto precio de las entradas y los extraños problemas al intentar adquirirlas, y lo imposible que fue en muchos casos comprarlas. Menos para las casas de reventas que al momento ya estaban vendiendo una cantidad enorme de ellas al triple de precio, pero ese ya es otro tema…
En cuánto a lo estrictamente musical nada me ha sorprendido el adiós definitivo de Extremoduro. Es la evolución natural de las cosas. Es la vida.
El proyecto Robe es mucho más acorde a la edad y a la vida actual de Robe Iniesta a día de hoy, las cosas como son.
Cada etapa de la vida tiene sus pulsiones artísticas y la de Robe ahora no es componer otro Jesucristo García, otro Deltoya, u otro Amor Castuo entre otras.
A mí también me gustaría material nuevo de Extremo pero qué se le va a hacer, la vida sigue. Y siempre nos quedarán sus viejos discos cuando queramos oír a Extremoduro.
Pero no podemos pedir a Robe forzar las cosas ni que haga canciones que ya no le salen. Ahora le sale otra cosa que es lo que hace en su proyecto Robe.
Respecto a la gira de despedida yo personalmente lo veo más como una forma de hacer caja que como otra cosa. Yo ya los vi en su última gira de 2014, una gira en la que presentaban su último disco «Para todos los públicos» y lo entremezclaban con sus grandes clásicos.
Esa fue una buena despedida a un precio de las entradas por cierto muy inferior al de ésta gira anunciada ahora, y donde se podían comprar las entradas con más facilidad y normalidad que en la caótica venta de entradas de esta última gira donde algunos harán su Agosto particular con la reventa. Muy mal gestionado ese tema. En lo musical absolutamente normal que Robe siga su camino y diga adiós a Extremoduro dejando como legado una enorme colección de maravillosas y transgesoras canciones.