En este artículo de Robert Reich encontramos una de las claves de la crisis: el alto desempleo y la fuerte caída en el consumo. Algo similar a lo que he planteado en El problema no es la deuda sino el desempleo
Muchas grandes compañías americanas han mostrado beneficios porque están haciendo más negocios que nunca en China mientras recortan nóminas en casa. Los consumidores de EEUU no compran casi nada porque se han quedado sin trabajo o les preocupa perderlo, y siguen intentando librarse de una deuda enorme (las últimas cifras indican que la mora de las deudas al consumo es mayor ahora que el año pasado y han aumentado las bancarrotas familiares). El mercado inmobiliario estadounidense sigue empeorando, las ventas de coches y consumo caen, y las filas de parados siguen engordando.
Europa está en una situación casi igual de desastrosa. El problema allí no es sólo ni principalmente que Grecia y otros países de la supuesta periferia tengan demasiada deuda pública. Un problema mayor es que los consumidores europeos no compran lo suficiente para generar más empleo. El paro sigue elevado y la tendencia es mala. El crecimiento de la manufactura se ha ralentizado hasta llegar a su ritmo más débil en seis meses. Aun así, las grandes economías europeas (Gran Bretaña, Alemania y Francia) están volviendo a reducir sus presupuestos públicos; justo en el peor momento, lo que es una receta para el desastre.
El supuesto milagro laboral alemán (como lo llama Merkel) tiene más de espejismo que de milagro. Casi todos los logros se deben al empleo parcial, a menudo mal pagado. Los ingresos netos anuales medios por empleado alemán siguen cayendo. Eso explica por qué la demanda nacional es tan floja y Alemania depende desesperadamente de sus exportaciones de maquinaria y componentes manufactureros a Asia y, en especial, a China.
Mientras tanto, Japón, la tercera economía del mundo, es un caso perdido. Los consumidores japoneses no adquieren casi nada, ¿y por qué lo iban a hacer? Su país sigue atrapado en un ciclo deflacionista que no parece tener fin y deben de pensar que, si pueden comprar más barato la semana que viene, no hay razón para comprar ahora. Básicamente, el único motor de la economía japonesa son sus exportaciones de coches y componentes electrónicos a China.
Australia florece pero, si nos fijamos más de cerca, encontraremos al mismo comprador. Recogen barcadas de dinero vendiendo minerales y materia prima a China (Australia se está convirtiendo muy deprisa en la gran mina de China). La economía brasileña se pone por las nubes. ¿Por qué? Las exportaciones de trigo y ganado a China. Los productores de petróleo de Oriente Medio se enriquecen. ¿La razón? La sed insaciable de crudo de China.
Por todo el globo, la foto es igual de borrosa. La mitad de Pakistán está bajo el agua. El resto de Oriente Medio se encuentra bajo regímenes tiránicos o corruptos. Rusia ha sufrido una racha tan seca que aprovisiona trigo. Pese a unos cuantos ricos, las masas de la India siguen siendo terriblemente pobres. El mercado bursátil podría hundirse mañana o pasado dada la precariedad de los pilares de la economía mundial.
La economía mundial no puede apoyarse en una gran nación voraz como China, sobre todo si experimenta oleadas de disturbios civiles, reprime activamente a los disidentes, se ahoga bajo una manta de contaminación, soporta otros muchos peligros medioambientales, y cuyas principales empresas son gestionadas por el Estado.
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Robert Reich fue Ministro de Trabajo con Bill Clinton y canciller de políticas Públicas en la Universidad de California, Berkeley.Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización