«Robert Schumann escribió este libro en 1848 como parte de la obra
‘Album for the Young’.»
Reseña escrita por Ricardo Martínez
https://ricardomartinez-conde.es/
El arte ha generado tradicionalmente un deseo de transmisión unido a una forma libre de decir, de expresarse. Resulta, si acaso, un tanto paradójico, sin embargo forma parte de la propia libertad a la que todo artista ha de aspirar; en la referencia del otro, de la obra o los dictados del otro, hay –o así lo ve o pudiera verlo el artista- una invitación implícita a la transgresión, lo que llevará a un arte nuevo, a una forma distinta del decir, que tal es la naturaleza de todo arte. Más, tal vez, cuando ese decir se guarde en la música.
Aquí, en este libro, a mayores es un gran músico, Robert Schumann –gran sufriente de su propia pasión musical- el que se ofrece a transmitir, según su hacer y sentir y entender- quien elabora unos consejos para jóvenes –esto es, futuros creadores- que resultan inapreciables por su claridad y sabio ofrecimiento.
Si, a modo de complemento, nos viene comentada la lección del maestro por un gran intérprete actual como el chelista Isserlis, parece como si la tal lección se revistiese de relieve, se hiciese más necesaria.
“Si tu música –escribió Schumann– viene de lo más profundo de tu corazón y consigues sentirla como algo tuyo, los demás también la recibirán como algo suyo” Entiéndase que la música, la esencia material y espiritual de la música, no tendría sentido sin un oyente, sin el necesario ‘interlocutor’. Pues bien, esta sabia advertencia o llamamiento, Isserlis nos la traslada del siguiente modo: “Si tu música nace de lo más profundo de tu corazón, del alma, logrará llegar también a los más profundo, al alma, de quien te escucha” Aquí es como si el chelista tratase de humanizar, resaltándolas, las palabras del maestro. Pero no es solo corazón y alma: es necesario que también se comprometa tu mente. Los tres deben trabajar juntos (como si fuera un concierto) para que consigas crear nuevas obras o, gracias a tu interpretación, consigas volver a crear la música que compusieron otros. No hay contradicción entre pensar y sentir: las dos son parte de una misma comprensión de la música”.
He reproducido el fragmento completo por cuanto considero que aquí está el secreto de la mejor transmisión, de la fecunda lección. Escucha al maestro, parece incitarnos, y hazlo con esta convicción, así todo será belleza y provecho –material y espiritual- no solo para ti, sino para todo aquel que quiera atender lo que tu corazón y tu arte natural te dicten como interpretación.
Lo demás, la eterna belleza, los secretos de la armonía esencial, los pondrá la música. Tal es, y ha venido siendo, su función (lo que no excluye, antes al contrario, ese pensamiento que, en el apartado final de ‘Recomendaciones personales*, incluye el propio Isserlis:
“Recuerda que en la mayoría de los compositores la alegría y el sentido del humor son tan importantes como la tragedia”
*‘Por si sirve de algo’…
El autor:
Steven Isserlis nació en Londres el 19 de diciembre de 1958 y es uno de los violonchelistas ingleses más destacados. Isserlis nació en una familia musical. Su abuelo, Julio Isserlis, era un judío de Rusia y uno de los 12 músicos a los que se permitió salir del país en la década de 1920 para promover la cultura rusa, pero nunca regresó. En un programa de televisión el 29 de enero de 2014, Steven Isserlis reveló que a su llegada a Viena en 1922, su abuelo pianista encontró un piso, pero la propietaria, de 102 años de edad, se negó a tomar a un músico como inquilino, porque su tía había tenido como inquilino a un músico que era ruidoso y escupía en el suelo. Este inquilino fue Ludwig van Beethoven. La madre de Steven era profesora de piano y su padre era un músico amateur. Su hermana Annette es intérprete de viola, y su otra hermana Rachel es violinista. Isserlis ha descrito cómo “escuchar música, tocar juntos”, era una parte esencial de su temprana vida familiar.
A la edad de 14 años se trasladó a Escocia para estudiar bajo la tutela de Jane Cowan. De 1976 a 1978 Isserlis estudió en el Conservatorio de Música Oberlin con Richard Kapuscinski. Desde su juventud su héroe al violonchelo ha sido Daniil Shafran, al que Isserlis ha descrito así: «Su vibrato, su fraseo, su ritmo todo pertenecía a un todo único … Era incapaz de tocar una nota sin sinceridad, su música hablaba del alma».
El libro:
Robert Schumann: Consejos para jóvenes músicos (título original: Robert Schumann’s Advice to Young Musicians, 2016) ha sido publicado por la Editorial Antonio Machado Libros en su Colección Musicalia Scherzo. Traducción de Francisco Campillo. Encuadernado en rústica, tiene 128 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.
Como complemento pongo un vídeo titulado: Steven Isserlis – Suite No. 3 de cello de Bach, Bourrée I y II en Wigmore Hall.
Para saber más:
http://stevenisserlis.com/