Revista Sociedad

Roberto, el testimonio de un boliviano afincado en nuestro país

Publicado el 25 enero 2012 por Hogaradas @hogaradas

Primitivo Pйrez llegу procedente de un pequeсo pueblo de Salamanca en la dйcada de los 40 arrastrado por el hambre de la posguerra. Tras probar en varias profesiones, se labrу un futuro en el mundo del transporte. A sus 89 aсos, Pivo (que es como le llama todo el mundo) pensaba que ya lo habнa visto todo en la vida. Hasta que se topу con el esmerado Roberto. Un boliviano de 47 aсos que cose, lava, limpia, cuida de que se tome la medicaciуn y, si hace falta, incluso lleva a cabo pequeсos arreglos en el piso. "Es una gran tipo", dice Pivo con cariсo, aunque cuando el boliviano se le ofreciу como empleado domйstico, hace un aсo, la familia del salmantino se lo pensу dos veces.

"Quien atendнa a mi padre era la hermana de Roberto. Tenнa a sus hijos en Bolivia y, cuando decidiу regresar, nos pidiу que contratбramos a su hermano. Al principio nos pareciу muy raro, porque este trabajo lo acostumbran a hacer mujeres, pero insistiу tanto que lo cogimos a prueba", recuerda Teresa, la hija mayor del salmantino. El resultado fue tan bueno que al poco tiempo le ayudaron a regularizar su situaciуn en Espaсa y le hicieron un contrato. Roberto estб dado de alta en la Seguridad Social, pero aun asн tiene que hacer ciertos trбmites para adaptar su situaciуn a la nueva normativa, que obliga a darlos de alta aunque solo trabajen unas horas a la semana. El boliviano tiene un horario flexible, lo que le permite compatibilizar ese trabajo con un empleo temporal de recepcionista nocturno en un hotel.

El caso de Pivo y Roberto --que sea un hombre en un mundo de mujeres al margen-- es un ejemplo de un fenуmeno habitual: Antiguos emigrantes que llegaron con lo puesto, que servнan en las buenas casas de entonces y que eran abonados permanentes al pluriempleo. Muchos de estos extranjeros tienen una formaciуn superior a la media espaсola. Como Marta, colombiana de 47 aсos con estudios de contabilidad que llegу a Espaсa con una oferta de empleo en un restaurante de La Jonquera. Un trabajo que no resultу ser lo que imaginaba, ya que se pasaba el dнa contando dinero mientras veнa con extraсeza que ella era la ъnica empleada que iba vestida en el establecimiento. Marta saliу pitando y, como no tenнa papeles, durante un tiempo tuvo que trabajar en condiciones muy precarias. "Limpiaba en una carnicerнa y, cuando habнa inspecciones, me encerraban en la cбmara frigorнfica".

Remedios y Lнdia son dos espaсolas que tambiйn trabajan en el servicio domйstico, pero que por diferentes razones no quieren cotizar en la Seguridad Social. Lнdia tiene 51 aсos y cobra el paro. Con sus trabajos en domicilios obtiene un sobresueldo. Remedios estб a punto de cumplir los 65 y nunca ha cotizado. "Para quй voy a darme de alta, їpara que me bajen el precio de las horas?, dice, que, pese a su edad, piensa seguir trabajando muchos aсos.

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