“Roma, ciudad abierta”, de Rossellini
Si el germen del neorrealismo italiano se encuentra en algún lugar, este es precisamente aquel con lo que romperieron; la época de Mussolini. Y es que el dictador fascista sería el impulsor de la Cinecittà, unos estudios de cine y televisión creados para utilizar las nuevas producciones como arma política a favor del régimen, junto con la formación que los futuros profesionales recibirían en el Centro Experimental de Cinematografía, que sustituiría a la antigua Escuela de Cine.
De hecho, durante los años anteriores a 1945, el cine sirvió a las ideas fascistas y se basó en la censura de la pobreza, la represión y, en definitiva, todo lo que podía manchar la imagen del régimen.
Pero sería también en la Cinecittà donde se formaron directores clave en el cine italiano en general y el neorralista en particular, como son Roberto Rossellini, Vittorio De Sica y Luchino Visconti, cada uno de ellos con una obra cumbre de este estilo cinematográfico: “Roma, ciudad abierta”, “El ladrón de bicicletas” y “La tierra tiembla” respectivamente.
De los tres largos, el que daría el pistoletazo de salida al movimiento no sería sino la película de Rossellini, “Roma, ciudad abierta”. El largo, rodado a modo de documental, cuenta la historia de un grupo de personajes que ha de sobrevivir en la Roma de los años de la ocupación alemana. El relato de Rossellini es desgarrador y humano. Su guión, escrito en colaboración con Federico Fellini, Sergio Amidei y Alberto Consiglio, es la denuncia de la guerra y su barbarie, pero también del humanismo y la caridad. Rossellini se atreve con la crítica y la revindicación de la moral que tanto quedaron soslayadas en los filmes de la época de Mussollini.
Rodada justo tras la guerra, la película aprovecha los decorados naturales para grabar la devastación que causó la contienda en la ciudad italiana; el movimiento neorrealista preferirá el rodaje en exteriores antes que en estudios. Y es que, como no podía ser de otra forma, el neorralismo es un cine nacido parco en recursos económicos, y de tal forma que “Roma, ciudad abierta”, fue una película muda en la que los actores tuvieron que doblarse a sí mismos. Incluso Rossellini tuvo que hacerse con una película usada para grabar su trabajo.
En línea con la imposibilidad de pagar un reparto profesional, la mayoría de los actores neorrealistas no son trabajadores del oficio, sino personas de a pie que actúan con espontaneidad sobre lo que ellos ya han vivido. Así, en la película de Rosselini, sólo Anna Magnani y Aldo Fabrizi son actores profesionales y lo demuestran sobradamente en dos actuaciones inolvidables, sobre todo la que se refiere a Magnani. Esta primera interpreta a Pina, la protagonista del largo. La mujer en el neorrealismo italiano es alzada, junto con el icono del niño, como estandarte de un nuevo cine que introducía unos personajes diferentes a los del cine inmediatamente anterior.
Rosellini conocería a Fellini y a Fabrizi gracias a Vittorio Mussolini, hijo del dictador y director de la revista Cinema, otro de los círculos cinematográficos a través de cuales se desarrolló el nuevo movimiento. El guión de “Roma, ciudad abierta” comenzaría a prepararse antes del final de la guerra, inspirándose en la historia real el sacerdote asesinado por los nazis Luigi Morosini.
“Roma, ciudad abierta” muestra en definitiva cómo el cambio histórico italiano quedó expreso también en un cine que muestra una mirada a la realidad diferente y crea una nueva forma de interacción y de intención entre el director y su obra. Rossellini cuenta la historia de esa Italia invadida por los nazis, de cómo sus compatriotas tuvieron que sobrevivir a ella.
Dos películas servirían para asentar la declaración de intenciones que el director italiano lanzó con “Roma, ciudad abierta”; “Paisà” y “Alemania, año cero”. Más tarde rodaría “Strómboli” y “Te querré siempre”, ambas protagonizadas por Ingrid Bergman, la que en ese momento era esposa del director.
Una vez rota la relación con la actriz y una carrera más apagada que la de antaño, Rossellini mantendría un amor furtivo con la televisión en “La toma del poder por parte de Luis XIV” y “Socrates”, tras los cuales retomaría su trabajo en el cine con “Año uno” y “El Mesías”.
Su mejor título quedaría años atrás, con “Roma, ciudad abierta”, película ligada a la historia del cine europeo por ese lazo que ella misma inauguró, el neorrealismo.
Cartel de la película
Roma, ciudad abierta (Roma, città aperta)
1945, Italia
Roberto Rossellini
Excelsa Films
Dafne Calvo
Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.
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