Revista Cultura y Ocio

Robin Hood, el héroe juvenil que resiste en el tiempo

Publicado el 08 julio 2024 por Kareche

Este artículo salió publicado en la Revista CLIJ N°318, marzo/abril 2024.

Robin Hood, el héroe juvenil que resiste en el tiempo

El personaje medieval inglés parece dispuesto a abandonar el bosque de Sherwood para resurgir y resignificarse en cualquier lugar del mundo de este explosivo siglo XXI. ¿Está vivo Robin Hood? ¿Sigue siendo un joven idealista o nunca lo fue? ¿Es acaso el espejo de muchos jóvenes que buscan un mundo más justo y solidario?

¿Quién fue Robin Hood?

Las primeras referencias a este legendario personaje se remontan al siglo xiv en la Inglaterra medieval. Alrededor de 1370 William Langland menciona en su poema Pedro el labrador, la popularidad de baladas y rimas sobre Robyn Hode (así lo llama). Posteriormente, lo mencionan en sus obras Chaucer, Shakespeare, Scott, Keats y Tennyson, entre otros autores ingleses.

El intento de encontrar un personaje histórico, de carne y hueso, que haya podido ser el “verdadero” Robin Hood parece en vano. Muchos son los posibles candidatos, de diferentes orígenes y con nombres parecidos al de nuestro héroe. Robin Hood o Robin de Locksley resulta ser muchos hombres. Su nombre podría tener origen en la palabra “encapuchado” (hooded), pero también estaría emparentado con la palabra “truhán” (crook), sinónimo de pillo, ladrón o estafador. Lo que queda claro desde el origen es que Robin Hood encarna al hombre “fuera de la ley”, la resistencia a un poder que es necesario subvertir, pero las motivaciones que lo llevan a esta vida y el poder al que se enfrenta han ido cambiando con el tiempo.

Las baladas de Robin Hood

Las primeras menciones al personaje de Robin Hood aparecen en las denominadas “baladas”, poemas sin música de la época medieval. Algunas de las que se han conservado son “Robin Hood y el Monje”, “Robin Hood y Guy de Gisborne”, “Robin Hood y el alfarero” y “Pequeña gesta de Robin Hood”.

En estas historias Robin Hood es un malhechor de origen popular que junto a sus secuaces merodean en el bosque y sorprenden a los viajeros. Aparecen en ellas algunos de los personajes que rodean al protagonista: el pequeño Juan, como uno de sus compañeros, y Gisborne, como su antagonista. La presencia del pequeño Juan es recurrente en varias de ellas, mientras que Gisborne solo aparece en una.

Guy de Gisborne es originalmente mencionado en la balada como un “hacendado”, posición que no es la de noble, pero tampoco la de un simple campesino. En el desarrollo de la acción, sin embargo, surge la ambigüedad, ya que por momentos se nombra a Gisborne como Sir Guye (sir=caballero). Este personaje se vuelve popular en reescrituras posteriores de la leyenda en las que gana protagonismo como adversario de Robin Hood, y ocupa el lugar de autoridad política y militar hasta convertirse en sheriff o alcalde de Nottingham.

La leyenda crece y se transforma

Los cronistas del siglo xvi son los primeros en dar a Robin Hood una posición social elevada y un marco histórico que permite que su resistencia a la autoridad parezca una forma de comportamiento noble tanto en términos morales como sociales.

Pero es el floreciente teatro londinense de los años 1590s el que verdaderamente da nueva vida a la leyenda del héroe a través de su incorporación en distintos textos. Al principio, como relleno en algunas obras en las que Robin aparecía de manera secundaria o aludido por sus hazañas.

Fue Anthony Munday, dramaturgo contemporáneo a Shakespeare, quien concibió el valor dramático del personaje y escribió una tragedia en la que estableció su origen noble y la motivación para su accionar fuera de la ley: su tierra ha sido tomada, al igual que la del rey Ricardo. En la obra de Munday aparece, por primera vez, el personaje de Marian. Un caballero necesita una dama que le proporcione herederos, mientras que el bandido social en general no tiene pareja.

La reconstrucción del mito realizada por Munday tuvo muchos efectos. Influyó en obras posteriores e incluso, por imitación, impulsó a Shakespeare, por entonces escritor de una compañía rival, a producir su propia historia sobre proscritos del bosque en Como gustéis. Lo más importante es que Munday inspiró, directa o indirectamente, la metamorfosis del personaje por la cual la historia se redujo en tensión política y se convirtió en un mito con varias interpretaciones posibles. En muchas historias posteriores, Robin es más o menos un caballero, pero ya no un hombre de la gente común y nunca oponiéndose totalmente a la verdadera jerarquía. Esa disminución de la historia del bandido social sin duda la hizo más aceptable en el contexto de producciones comerciales posteriores como las pantomimas y los musicales del siglo xix y las principales películas del siglo xx.

Durante los siglos xvii y xviii se retoma la tradición de las baladas medievales y surgen numerosos textos que dan cuenta de las aventuras de Robin Hood y su banda de forajidos. En general, todas ellas tratan del encuentro con uno o más extraños y del enfrentamiento, que todos disfrutan. En algunas ocasiones el extraño se une a la banda. En estos textos, a Robin nunca le va muy bien en la pelea: a veces es golpeado o humillado, pero siempre se destacan su supremacía en el tiro con arco y sus cualidades como líder.

Otra categoría notable entre estos textos es la de la “precuela”, baladas que parecen haber sido construidas para explicar algún rasgo de la tradición. Un buen ejemplo es “Robin Hood y Pequeño Juan”, balada que explica cómo el corpulento forajido se unió a la banda. Esta balada será una de las tantas fuentes de Howard Pyle para su propia versión de la leyenda.

Algunas de las baladas tienen muchas versiones, provenientes de diferentes regiones, y siguieron apareciendo hasta bien entrado el siglo xix.

En su poema “Robin Hood” (1818), el poeta inglés John Keats forjó la imagen de un romántico habitante del bosque, de una Inglaterra menos urbana, más atractiva que lo que ya se sentía como un presente degradado. Cuando Keats escribió “Honor al audaz Robin Hood / durmiendo bajo el bosque”, dio lugar a que muchos imitaran en poesía, ficción, drama e incluso pantomima, la esencia de la nostalgia forestal. Ese patriotismo desplazado anti urbano era enormemente atractivo para la gente y fortaleció a Robin Hood, especialmente cuando a principios del siglo XX se estaba elaborando un nuevo programa de estudios para inglés, fuertemente impregnado de nacionalismo. Robin Hood floreció en nuevas ediciones, obras de teatro y reimpresiones incluidas en el plan de estudios de la educación sistemática, no solo en Inglaterra, sino también en Estados Unidos.

En 1820, el novelista Walter Scott incluye a Robin de Locksley como un personaje muy secundario en su famosa novela Ivanhoe. En 1872, Alejandro Dumas (hijo) escribe dos novelas sobre el personaje: Robin Hood, el príncipe de los ladrones y Robin Hood, el proscrito, basándose en folletines publicados entre 1840 y 1850 en un diario británico. Pero es Howard Pyle el primero en pensar en un público juvenil para el héroe, al escribir Las alegres aventuras de Robin Hood en 1883.

¿Un héroe juvenil?

Más allá de su origen, noble o popular, y de todas las ambigüedades en el objeto de su lucha, Robin Hood sigue siendo una figura atractiva especialmente para los niños y jóvenes del siglo xxi.  

Esto resulta evidente con solo hacer una búsqueda superficial en cualquier librería online: las palabras “Robin Hood” ofrecen al menos un par de docenas de versiones, adaptaciones y recreaciones de la leyenda medieval. Con ilustraciones o sin ellas, en formatos variados y desde diversas fuentes podemos encontrar una opción que se ajuste a un lector de 6 o de 16 años (si hasta el famoso Gerónimo Stilton tiene la propia).

El magnetismo del personaje probablemente resida en la mirada idealista del Romanticismo, que retomó el núcleo medieval para convertirlo en un sinónimo de justicia, igualitarismo, defensa del oprimido y del débil, solidaridad y cooperativismo.

El personaje cumple con las características del héroe y el líder, y su definición como “outlaw” (fuera de la ley) no hace más que poner en evidencia que algo está mal dentro de la ley. Pueden ser los señores feudales, el sheriff, la autoridad eclesial, los reyes, el patriarcado o los adultos que hemos hecho de este mundo un lugar muchas veces inhabitable. El adolescente se siente un “outlaw” (fuera de la ley del adulto) y probablemente sea ese sentimiento el que lo acerca con mayor atracción a Robin de Locksley y sus forajidos. Comparte con ellos la necesidad de luchar con todo aquello que siente injusto y sin sentido: la indiferencia al cambio climático, las desigualdades de género, las guerras, las violencias y la falta de oportunidades para muchos.

Al fin y al cabo, de jóvenes, todos quisimos ser Robin Hood.

Algunos todavía lo deseamos.

Bibliografía consultada:

  • Dumas (h), Alejandro, Robin Hood. El príncipe de los ladrones, 1872.
  • Kartún, Mauricio y Lorefice, Tito, La leyenda de Robin Hood, Buenos Aires, Cántaro, 2024.
  • Keats, John, “Robin Hood”, 1818.
  • Knight, Stephen y Ohlgren, Thomas H., “Robin Hood and Other Outlaw Tales: General Introduction”, en Robin Hood and Other Outlaw Tales, Universidad de Rochester (1997). Consultado en: Robbins Library Digital Projects (https://d.lib.rochester.edu/)
  • Pyle, Howard, Las alegres aventuras de Robin Hood, 1883.
  • Stilton, Gerónimo, Robin Hood, Barcelona, Editorial Destino, 2012.

.

.

.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Kareche 346 veces
compartido
ver su perfil
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta