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Clasificación: Poesía
Editorial: Ediciones Vitruvio / Colección Baños del Carmen 471
El viernes 21 de noviembre a eso de las 19:30 se presentará en el mítico Café Comercial el esperado poemario de Fernando López Guisado.
Se trata de un libro fiel al estilo apocalíptico de sus obras anteriores pero con un toque más próximo, más cercano que nos lleva a pensar en personas con nombres y apellidos a quienes dedica expresamente un montón de poemas del libro.
No se pierdan el que dedica a su primo, con Mazinger Z como objeto fetiche que evoca recuerdos al igual que ocurriera al mismísimo Garcilaso de la Vega en uno de sus mejores sonetos. Un poema que a más de uno llevará al llanto de una belleza y de una humanidad que corroboran que lo que está leyendo uno es poesía, puro sentimiento en negro sobre blanco.
Lo malo es que son versos que nos recuerdan que la fatalidad está a la vuelta de la esquina. Que cada noche puede llegar a nuestro teléfono un mensaje maldito anunciando una muerte o que diga algo así como De hecho, la muerte, el silencio aparecen acompañando al amor en diseminación completa por todo el libro. El autor parece avisarnos de que debemos aprovechar todo lo bueno que esté a nuestro alcance porque hay una señora preparando sus mejores galas para acompañarnos al otro lado y que esa señora puede llegar en cualquier momento. Ninguno estamos vacunados de que esto ocurra hoy mismo.
Se vienen así a la cabeza tópicos barrocos como el Carpe Diem o el Collige, Virgo, Rosas aunque el más evidente es ese Tempus Fugit, ese tiempo que se nos escapa de las manos como la arena del mar que viene encarnado en una feliz pareja que pasea por la playa feliz y semidesnuda sin darse cuenta de que toda esa dicha se irá en breve. Cualquier profesor de Literatura puede encontrar ejemplos actualizados y fáciles de comprender para los alumnos de tópicos que quedan un poco más alejados en los grandes poetas barrocos.
No me resisto a compartir uno de mis cuadros favoritos que encarna perfectamente este motivo. Se trata de El sueño del caballero, de Antonio de Pereda. Un cuadro en el que un joven duerme plácidamente entre riquezas, una buena mano de cartas, el retrato de su novia, armas, buenos libros y todo tipo de caprichos sin darse cuenta de que las flores que aparecen en la mesa pronto se marchitarán y todo se asimilará a la calavera que hay encima del libro. Quizá suene todo a fatalismo y a una visión pesimista pero me temo que la ley de la vida es más dura que la que rige en el código penal.
Así, el libro que hoy recomendamos, Rocío para Drácula, de Fernando López Guisado –Ediciones Vitruvio / Colección Baños del Carmen- en el propio título nos da pistas intertextuales que nos remiten a otros autores y a otras lecturas que completan el sentido del texto que estamos leyendo. Se puede, claro está, prescindir de esos libros, pero la gracia de una obra intertextual está en ese juego que propone y que consiste en dialogar, en reescribir libros que posiblemente, ya en su redacción, invitaban veladamente a un juego así.
Especialmente valiente es ese en el que se replica el célebre de San Juan.
La conclusión tras la lectura del poemario es que posiblemente se trate del mejor libro del autor, según mi modesta opinión, claro está. Se nota la experiencia, las lecturas… Le pasa como a un buen vino que con el tiempo gana en cuerpo, en matices y en personalidad.
Además, invito a que busquen a Fernando López Guisado en las redes sociales ya que es un autor del siglo XXI, es decir, un autor próximo a sus lectores que puede sorprendernos con un mensaje lanzado, ya no en una botella sino en su perfil de Facebook en el que comunique que va a estar en Callao o en la Gran Vía para que todo el que quiera pueda tomar un café y charlar un rato con él. Así debe ser el escritor del siglo XXI, cercano, próximo, cordial. No ya un escritor endiosado que se siente por encima del bien y del mal sino alguien que aprecia y valora a sus lectores.
Formalmente, el libro es ligero, elegante y sencillo. Como es tradicional en los libros de Vitruvio, un neutro y elegante fondo negro es roto únicamente por las letras blancas en las que se indican el autor, el título y la editorial. No hace falta más para que la presentación sea absolutamente impecable. Que lo disfruten.
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado