Aquí está la foto. Será pasión de padre, pero es que la pequeña Leia (casi 5 años) me deja FLIPANDO... 😮 😍 #StarryNight pic.twitter.com/ZNJHleR8BX— La parejita de golpe (@laparejadegolpe) 4 de octubre de 2016
Pero lo que realmente me llena de asombro es la capacidad que tiene para concentrarse en lo que le gusta. Llega del cole y lo primero que pide son sus lápices y rotuladores para ponerse a pintar y colorear. Está constantemente pidiendo que le dibujemos alguna figura, un unicornio, una casa, un arcoiris. Coge su taza nueva de Inside Out –gracias, Marta 😘 – y se pone a copiar los personajes de Alegría, Asco, Tristeza, Ira, y hasta se fabrica con ellos sus propias marionetas. Hubo un tiempo en el que las puertas del salón y del frigorífico estaban totalmente cubiertas por sus dibujos. Ahora tenemos algunos prendidos con alfileres en las cortinas de nuestro dormitorio. Y nos hace cartelitos, tarjetas dedicadas, nos pinta cuentos, y hasta entradas ilustradas de sus pelis favoritas. Pintar es lo que más le gusta del mundo mundial, pero en casa no podemos darle lo que le ofrece una escuela o un taller, ni por materiales, pinceles, pinturas, oleos, ceras... ni por capacidad o dedicación. Y el caso es que el cuadro que pinte o lo bien que lo haga casi es lo de menos. Lo realmente importante es la experiencia y el aprendizaje que supone para ella, y sobre todo, que le encanta, va contentísima, y es feliz.
Esto enlaza directamente con el tema de las actividades extraescolares y la formación fuera del horario escolar. El tema tan de moda de los deberes y los horarios familiares secuestrados por las tareas que mandan desde el colegio lo explica mucho mejor que yo mi amiga Mother Killer. Tenemos la suerte de que en infantil las seños de los padawanes trabajan con proyectos y experimentan con sonidos, imanes –con feria de ciencias incluída–, cuadros –están aprendiendo sobre el arte pop–, traen cuentos de la biblioteca... Pero las tardes son tiempo a gestionar con y por la familia, y las actividades extra suponen otro tipo de aprendizaje y experimentación, más práctica, más de vivirla y sentirla. Por ahora asisten a las que ellos quieren, las que realmente sí les gustan y disfrutan. Y las que no, las hemos ido dejado atrás. El inglés –que les encanta–, Gongkwon Yusul –un arte marcial coreano–, pintura... Para cuando el año que viene empiecen en Primaria sí que cambiará el cuento. Y mucho me temo que entonces sí chocaremos con los deberes.
Pero por el momento, las horas no lectivas son para nosotros. Para pintar, leer cuentos, ir al parque o a los talleres, o ver dibujos, o para cantar y bailar. Esta de la guitarra es la última tarjeta que me ha dedicado la pequeña Leia. Especialmente para Papi, el que mientras estamos cocinando o en el coche le pone rock and roll. Y ella pone los colores.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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