Sex Pistols, y el punk en general, encarnan el espíritu revolucionario y el instinto de combate, aunque de mamera más bruta, mientras otros han dicho lo mismo con más gracia.
La reunión del G20 que tuvo lugar recientemente en Alemania congregó no sólo a los líderes de los países más poderosos, sino también (al igual que sucede con las del FMI y otras instituciones internacionales) a decenas de miles de manifestantes, muchos de los cuales llegaron atraídos por la promesa de bronca y pelea, algo que consiguieron: coches ardiendo, destrozos, comercios reventados, enfrentamientos con la policía, heridos, detenidos… Sí, la revolución que sólo deriva en gresca resulta irresistible para no pocas criaturas de espíritu levantisco. El rock & roll nació precisamente con esos aires de protesta y provocación, con ganas de combatir a todo lo establecido. En principio fue más con la actitud, con el baile y el sonido que con las letras, sin embargo, poco a poco los textos se fueron llenando de desplantes y desafío a la autoridad, de críticas encendidas al sistema y sus vicios. Así, son muy abundantes las canciones escritas con intenciones subversivas, con exigencias a los poderosos, con ganas de derribar lo existente, es decir, con la revolución como motor principal; eso sí, unas dicen las cosas de manera burda y ordinaria, mientras que otras muestran más ingenio, más chispa, más gracia…‘Revolution’, sin más, es uno de los (muchos) títulos emblemáticos de los Beatles. Con una entrada demoledora y una atmósfera de rock duro, Lennon explica que todo el mundo desea cambiar el mundo, pero si ello conlleva destrucción “sabes que no puedes contar conmigo”, o sea, hacer la revolución sí, pero sin violencia. Este tema dio paso a otros con los que John, ya en solitario, se mostró comprometido con causas universales; uno de estos exige claramente ‘Power to the people’, es decir, poder para la gente; esta canción es más revolucionaria que la anterior, pues anima abiertamente a iniciar la revuelta, a derribar al rico y al poderoso y, en definitiva, a conseguir el poder (y no se olvida de la liberación de la mujer); él mismo señaló que la había escrito, al igual que ‘Give peace a chance’, para que la gente pudiera cantarla fácilmente. En todo caso, no cabe dudar del contenido revolucionario de gran parte de la obra del malogrado artista.
Algo parecido reivindicaba Patti Smith en ‘People have the power’ (1988). Escrita por ella y el que fuera su marido Fred ‘Sonic’ Smith (sí, el de MC5), contaron que pretendían recuperar la esencia y la energía de las protestas que contra la guerra de Vietnam tuvieron lugar en los años sesenta; también deseaban Smith & Smith que la gente pudiera cantarla en todo el mundo y por diferentes motivos, así como transmitir al personal la idea del poder que se consigue cuando la gente se une; el argumento se plantea con el clásico “soñe con…” y desemboca con “me desperté al grito de ¡la gente tiene el poder!”. Respecto a la composición, explicó Patti que un día de 1986 estaba ella haciendo la cena cuando Fred entró en la cocina con la guitarra, mostrándole una idea y animándola a escribir a partir de aquella vieja proclama de ‘poder para el pueblo’. El espíritu transgresor también surge en el ambiente familiar. The Rolling Stones siempre han tratado de cultivar una pose irreverente y provocadora, sin embargo pocas veces pensaron en revoluciones a la hora de escribir, lo suyo era más bien la fiesta, trasegar a modo, ponerse y, claro, las chicas. Tal vez su pieza más combativa y cargada de política sea ‘Street fighting man’ (1968). Este ‘Luchador calllejero’ se le ocurrió a Mick Jagger tras acudir a una manifa contra la guerra de Vietnam en Londres en 1968; confesaba el cantante que cuando la cosa se puso fea, cuando el personal empezó a romperlo todo y apareció la pasma, él se borró y corrió a casa; luego explicó que se había marchado para no distraer el verdadero sentido de la protesta con su presencia. En la letra explica el asunto cuando dice: “Es la hora de la lucha en la calle (…) pero qué puede hacer un pobre chaval sino cantar en una banda de rock & roll”. Lo curioso es que algunas emisoras censuraron la canción ‘por subversiva’, a lo que el cantante replicó que le parecía verdaderamente estúpido pensar que una canción sea capaz de iniciar una revolución. Una particularidad de esta pieza es que todas las guitarras que suenan son acústicas, como desveló Keith Richards, con lo que consiguen que la revolución resulte ligera…, ideal para correr ante la poli. De todos modos, nunca se aventuraron demasiado por el laberinto de la política.
La estadounidense Tracy Chapman siempre ha usado sus composiciones como arma para denunciar y combatir la injusticia. Uno de sus títulos más significados es ‘Talking about a revolution’ (1988); con poco más que su guitarra y en un tono nada agresivo, resulta muy convincente: “No lo oyes?, están hablando de una revolución (…) la gente pobre va a levantarse y coger lo que es suyo”. Bastante antes, en 1972, en pleno apogeo del glam rock, T Rex cantó a los ‘Hijos de la revolución’; el texto tenía poca chicha: “puedes ir por ahí todo el día gritando, pero no podrás engañar a los hijos de la revolución”, y poco más, claro que el encanto de la pieza hay que buscarlo en la música, en el estribillo, en la tonalidad melodramática…, en la ‘gracia animal’ de Marc Bolan (Bowie dijo). Entre unos y otra, los Sex Pistols inauguraron la era punk en Inglaterra con aquellos primeros singles que tanto escándalo causaron; entre sus más pendencieras composiciones puede recordarse la elocuente ‘Anarchy in the UK’, que habla de eso, de anarquía, ya sea con un grito punk: “no sé lo que quiero pero sé cómo conseguirlo”, o con un agitador y desafiante: “hay muchas formas de conseguir lo que se quiere (…) yo utilizo la anarquía porque quiero ser anarquía, es la única forma de ser”.
Evidentemente muchos otros grupos y canciones rock se han ocupado del asunto de la insumisión y la rebeldía. Algunos, de hecho, se han dedicado al asunto político-revolucionario de un modo casi monotemático, como los viscerales Manic Street Preachers, aunque pueden resultar de lo más sectario. Otros, como la mayoría de bandas punk, transitan habitualmente la senda de la resistencia activa, pero generalmente con palabras toscas, chillonas, y escasa imaginación. Y también están los que, sin estar siempre en lo mismo, a veces animan a la lucha, como The Clash, que poseen varios títulos en esta línea, normalmente con mucho más ingenio.
CARLOS DEL RIEGO