Según dan a entender los guionistas de Rocky a lo largo de toda la saga, Balboa es un boxeador que no destaca por su calidad técnica. La fuerza física, la mental y unas gotas de carisma, estructuran la fórmula perfecta para elaborar el anabolizante que lleva a Rocky a ser campeón. Apollo Creed, su gran amigo y rival, es más técnico que él, pero no tiene su fuerza. Rafa Nadal es igual: ni es el que mejor saca ni tiene la mejor derecha del circuito, pero avasalla con sus bíceps y su cerebro, una combinación bestial. Federer es la bella y Nadal la bestia. Pero dejemos los deportes…
Rocky, como todo producto de Hollywood que se precie, despliega un arsenal de estereotipos americanos que resultan inconfundibles para cualquier persona que haya visto más de diez películas en su vida. Los personajes no pueden estar más estereotipados, son individuos en serie sacados de una fábrica de guiones de Los Ángeles. Obviamente, el avance de las historias de cada película se ve influenciado por sus personajes, y termina cayendo en el tópico fácil: el del héroe y el antihéroe.
En Rocky V (una película bastante mejor que su antecesora, el videoclip Rocky IV), un Balboa arruinado y retirado decide entrenar a un pobre chaval que no tiene ni para comer: el aspirante Tommy Gunn. Tommy no es mal boxeador, además está cargado de rabia y golpea con fuerza, pero no sabe competir. Cuando Rocky lo pone a punto, el éxito no tarda en llamar a su puerta. Los buitres y falsos amigos tampoco. Y entonces, metido en una burbuja de algo parecido al éxito, se olvida de su mentor y maestro y decide rodearse de una cohorte de fulanas y lameculos. Al final, como no podía ser de otra manera en una peli de éstas, Balboa le parte la cara en un callejón. Y la gente lo vitorea.
Rocky es el ídolo del pueblo porque está lleno de humanidad y tiene un gran corazón. Tommy es un superviviente que, sin ser mala persona, sólo tiene ojos para su ombligo. Ambos personajes son dos estereotipos como una catedral. Muchas veces nos reímos de los estereotipos porque rozan lo caricaturesco. Y es cierto. Pero también es cierto que la calle, el mundo real, está lleno de ellos. Supongo que la sociedad nos impulsa, de alguna manera, a estereotiparnos. O quizá es ella misma quien nos estereotipa. No lo tengo claro.
Nadal representa el estereotipo de héroe contemporáneo lleno de valores y deportividad. No es Aragorn, ni McMartigan, ni Superman, es simplemente Rafa, un héroe de película que existe en la realidad. Quizá debido a ello haya un runrún en los foros y en las tabernas que tiene por objetivo cargarse al ídolo. Y es que resulta que un niño tan perfecto, alguien que tiene absolutamente todo en la vida, no siempre cae bien. Y, ojo, desde el punto de vista de cierta gente podría hasta entenderlo. Pero teniendo en cuenta que en la vida real también hay mucho Tommy Gunn suelto, y otros estereotipos, prefiero irme de cañas con Rocky, o con Rafa. Sería más natural.