Revista Cultura y Ocio

Rodrigo Muñoz Avia. "La tienda de la felicidad"

Publicado el 08 diciembre 2021 por Juancarlos53

«Miércoles, 20 de marzo de 2019
 ⸠DE: La felicidad en casaHoy puede ser un gran día08:00⸡ 
Bienvenido al nuevo día, CARMELO.
Hoy uno de nuestros productos puede hacerte el día más feliz.
CARMELO, nuestro ordenador ha escogido aleatoriamente para ti el Juego de Mesa Erótico Pacto de Amor, 50,95 €.
Que lo disfrutes y tengas un buen día.
La tienda de la felicidad.»

Gracias al Reto Autores de la A a la Z, este año estoy realizando una buena cantidad de descubrimientos de obras y autores cuya existencia desconocía. El último por ahora ha sido el de Rodrigo Muñoz Avia. Pregunté por ahí qué autores podrían recomendarme cuyo apellido comenzase o contuviese en su interior la letra 'Ñ' y mi amiga Rosa Berros, impenitente y sabia lectora, me dio este nombre. A ella también debo el de la escritora china Xinran Xue que me vendrá la mar de bien para rellenar otra letra complicada, la 'X'.
La novelaSinopsis (proporcionada por la propia editorial Alfaguara)Carmelo Durán necesita pocas cosas en la vida: un ordenador con internet, un supermercado online donde comprar comida en cantidad y unos cuantos interlocutores cibernéticos con los que discutir. Pero todo cambia cuando un error en un pedido le pone en contacto con Mari Carmen, la encargada de atención al cliente del súper.
Rodrigo Muñoz Avia, Novela de Humor, Humor literario actualLa tienda de la felicidad es una novela epistolar que utiliza el formato de los e-mail electrónicos que tanto empleamos hoy para comunicarnos entre nosotros. Si bien en este sentido es original, podría decirse –y así se lo echan en cara al protagonista Carmelo Durán muchos de los otros personajes- que el procedimiento es, dentro de la modernidad tecnológica, algo arcaizante y que esta manera de intercambiar mensajes, existiendo otros métodos más sencillos como el wasap o incluso la simple llamada telefónica a través del móvil, es poco práctica. Pero Carmelo es un hombre raro, solitario, huraño, que vive encerrado en su casa, comunicándose  con el mundo sólo a través del procedimiento del correo electrónico.
Gracias a los e-mails y dado lo invasivos que los mismos son, el autor consigue colocar al personaje dentro de la sociedad actual, una sociedad que no consiente su apartamiento y que corre a por estos seres asociales fugitivos del Sistema para hacerse con ellos y su poder de compra. Por ello Carmelo todos los días al encender su ordenador se encuentra con seductoras ofertas como la que encabeza esta reseña. Él unas veces compra y otras no lo que La tienda de la felicidad le ofrece. 
Podría decirse que Carmelo es lo que se dice 'un ser conectado', quiero decir que él todo lo adquiere online, en especial los productos de alimentación que compra en Carrefour online. Precisamente la discrepancia con una de sus últimas compras es la que dará origen a la relación personal que entablará con Mari Carmen Gómez, la encargada de la sección de Atención al cliente del Supermercado. Los mensajes meramente comerciales entre empresa y cliente que se cruzan irán evolucionando hacia otros de naturaleza más personal que darán paso con el tiempo (no mucho tiempo pues la novela se abre con un email del día 13 de marzo de 2019 y se cierra con otro del día 20 de mayo del mismo año) a una relación interpersonal entre el hombre y la mujer que acabarán viéndose en persona. Carmelo que era renuente a cualquier contacto con la sociedad de su entorno (su madre, su triunfador hermano o su comunidad de vecinos) dará el paso de salir a la calle gracias a esta relación ilusionante.
Pero en esencia la vida de Carmelo Durán se desarrolla de este lado del ordenador donde constantemente se ve asaeteado por reclamos de tiendas de productos para el placer (‘La tienda de la felicidad’, que da título a la novela), por suscripciones a Alertas de Google, por correos invasivos con ofrecimientos eróticos, por diálogos absurdos con comercios que demandan el grado de satisfacción del cliente, con ofertas de productos que engañosamente aseguran mejorarán su calidad de vida, con predicaciones tipo Dios existe que un tal Juan Domingo le coloca en su ordenador… Y luego, naturalmente, están los correos familiares que revelan las tensiones, el aprecio y las envidias que existen entre él y los miembros de su familia (su hermano Elisendo, su sobrino Jacobo, su madre Aurora Reyes, y otros familiares), los de la Comunidad de Vecinos (el personaje de Pilar Jiménez de la Cal, presidenta de la Comunidad, me parece magnífico), o el ya comentado de la amistad íntima que entabla con Mari Carmen.
Todo el espectro social aparece en estos emails que llegan al ordenador de Carmelo, única ventana que mantiene siempre abierta con el exterior. Esta basura cibernética, Carmelo, tal es su soledad, la respeta e incluso de vez en cuando hasta dialoga con sus robóticos emisores sin rostro. De hecho él mismo, que tiene un robot en casa al que llama Abascal, realiza de vez en cuando la compra de alguno de los productos que le ofertan. Sólo decrece su fiebre de consumo compulsivo cuando la ilusión de una más que factible relación real con Mari Carmen aparece en el horizonte. 
Es una novela en la que hay humor, mucho humor. Un humor que a veces emana de la vida patética de este Carmelo Durán, escritor fracasado, que envidia el éxito profesional de su hermano Elisendo, éste sí triunfador literario y receptor de no pocos galardones. Sin embargo Elisendo es un completo inútil en la relación con su adolescente hijo Jacobo, a quien Carmelo conoce bien y sabe llevar mucho mejor que el padre. Estas son las paradojas de la vida, resulta que quien es más aclamado por la sociedad, sin embargo es un auténtico desastre en lo importante, la relación con el hijo; y a la inversa podría decirse que le sucede a su hermano.
Carmelo Durán es un personaje, según algunos críticos (Ana García-Siñeriz, Silvia Nanclares, Fernando Díaz de Quijano, y otros), semejante al Ignatius J. Really de La conjura de los necios de John Kennedy Toole. Bueno, no sé, a mí la analogía me parece algo excesiva. Creo que Carmelo no es tan patético como lo es Ignatius; aunque a lo mejor lo que sucede es que hoy a Carmelo lo entendamos mucho mejor porque, quizás en alguna ocasión, también nosotros hayamos reaccionado ante el ordenador de igual manera que él. Y cuando uno se ve identificado con alguna de sus reacciones (las largas que da a su pesada madre, las impertinentes y algo absurdas preguntas que hace a primos lejanos, las bromas que gasta a Mari Carmen o a su hermano Elisendo, las disputas con vete tú a saber quien por un mal servicio de comercio online...) eso dibuja en nuestro rostro una sonrisa que en ocasiones puede llegar hasta la carcajada. Pero no por el exceso de patetismo que pueda desprenderse de su actitud sino por las situaciones cómicas en las que se ve implicado. 
Quizás la relación más sana y auténtica sea la que mantiene Carmelo con su sobrino Jacobo. El grado de confianza y de sinceridad que existe entre ellos a pesar de la edad que los separa es inmenso. Tras pasar unos días en la casa de su tío conviviendo con Abidemi, el chico inmigrante ilegal que Carmelo tiene acogido en su piso, el adolescente Jacobo decide volver al lado de su padre porque como le dice en un correo a su tío su casa es un centro de gravedad permanente: 
«Tío, me he quedado pillado con el "Centro de gravedad permanente", te lo juro. Fui un poco borde cuando me la pusiste, pero es que me dio la risa, no pude evitarlo, es una canción muy friki, pero ahora no puedo dejar de oírla. Me acuerdo de ti y de tu casa, ese sí que es un centro de gravedad permanente. ¿Has acogido a más gente?»

 Ese "Centro de gravedad permanente" es el título de una famosa canción de Franco Battiato de enorme éxito en su momento que a Jacobo, naturalmente, ya no le dice nada. Yo según leía la novela me preguntaba por lo que había querido significar Jacobo con ese sintagma atributivo referido a la casa de su tío. Por eso ni corto ni perezoso me sumergí en el vientre de Internet y encontré la siguiente explicación dada por el crítico musical Anje Ribera en su blog 'Música callada' que aloja el diario vasco El Correo: «Los centros de gravedad permanentes son, según el italiano, personales. Se basan en cosas como la familia o la ideología pasando por la pasión o la religión. Proporcionan un equilibrio mental, emocional y social. Tal vez trasladan el deseo de que nada te aliene el pensamiento.» 

Me satisfizo plenamente esa definición y creo que al personaje protagonista de la novela de Rodrigo Muñoz Avia le va como anillo al dedo. Sin lugar a dudas Carmelo con su actitud y manera de vivir persigue eso: mantener un adecuado equilibrio mental, emocional y social. Pretende que su pensamiento no se vea alienado por el Sistema. Creo que para que la explicación sea más redonda convendría en este momento escuchar el precioso tema del cantante italiano y leer la letra de la canción con la debida atención. Vaya primero la letra:

CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE
(Autor: Franco Battiato)
[versión para España del tema original]
Una vieja de Madrid con un sombrero,
un paraguas de papel de arroz y caña de bambú.
capitanes valerosos,
listos contrabandistas noctámbulos.
jesuitas en acción
vestidos como unos bonzos
en antiguas cortes con emperadores
de la dinastía Ming

Busco un centro de gravedad permanente
que no varíe lo que ahora pienso
de las cosas, de la gente,
yo necesito un
centro di gravità permanente
che non mi faccia mai cambiare idea



sulle cose, sulla gente. over and over again

En las calles era mayo y caminábamos juntos
contando entre bromas manojos de ortigas
no soporto ciertas modas,
la falsa música rock, la new wave española,
el free jazz, punkie inglés,
ni la monserga africana.

Busco un centro de gravedad permanente,
que no varíe lo que ahora pienso
de las cosas, de la gente,
yo necesito un
centro di gravità permanente
che non mi faccia mai cambiare idea
sulle cose, sulla gente.
over and over again



Para finalizar mi recorrido por la novela de Rodrigo Muñoz Avia que he leído con mucho gusto y agrado inserto aquí la opinión sobre el libro del critico literario Ramón de España, opinión que suscribo en su totalidad: 
«Rodrigo Muñoz Avia es una rara avis (rarísima ave, diría yo) de la literatura española contemporánea: no habla de la guerra civil ni de ningún colectivo machacado ni de nada susceptible de ensanchar su base de fans; estamos ante un verso suelto, ante un humorista alternativo que a veces, entre gansada y gansada, cuela conceptos muy. Para mí, La tienda de la felicidad es la novela española reciente más fascinante que he leído últimamente

El escritor

Rodrigo Muñoz Avia nace en Madrid en 1967. Licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense, se formó como escritor en la Escuela de Letras de Madrid. Es autor de las novelas Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos (Alfaguara, 2005), acogida con notable éxito por los lectores y reeditada en múltiples ocasiones, Vidas terrestres (Alfaguara, 2007) y Cactus (Alfaguara, 2015). Recopiló una antología de entradas de su blog personal en el libro El gato de guardia (Punto de Lectura, 2008). En el ámbito de la literatura infantil y juvenil ha publicado siete novelas y una obra de teatro, por las que ha obtenido importantes galardones. También ha escrito guiones de cine y diversos artículos y estudios de arte contemporáneo. En este terreno presta especial atención a la obra de sus padres, los pintores Lucio Muñoz Amalia Avia, a los que dedica La casa de los pintores (2019). Ha sido traducido a numerosos idiomas.Precisamente en relación a sus padres el propio Rodrigo confiesa tener la sensación de haber sido toda su vida el hijo de sus padres, el hijo de los pintores, el hijo de Lucio Muñoz y Amalia Avia, el cuarto retoño de una figura paterna que es nombre esencial del arte abstracto español y de una figura materna con espacio propio en la mejor pintura realista del siglo XX patrio.
Lucio Muñoz y Amalia Avia, pintores españoles
«–¿Y tú no pintas? fue la pregunta que más me hicieron durante una época de mi vida–» ___________________Nota: Este libro participa en el Reto Escritores de la A a la Z que organiza el blog Lecturápolis. Con él relleno la letra Ñ. Al tiempo viene a engrosar los títulos leídos de autores españoles durante el año 2021 (Reto 25 españoles organizado por el blog Libros que hay que leer)Rodrigo Muñoz Avia. tienda felicidad

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