II) La banda y reflexiones finales
Roger Waters & "The Wall Live"
Estadio River Plate
Buenos Aires
14 de marzo de 2012
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Del grupo de músicos angloamericanos acompañantes, el guitarrista inglés Dave Kilminster es, con sólo 20 años de carrera profesional, el que parece reunir el antecedente más frondoso de colaboración en el campo estrictamente progresivo. Tras empuñar su guitarra a comienzos de este siglo junto a grandes que van de Keith Emerson a Ken Hensley y de John Wetton a Carl Palmer, desde 2006 Kilminster afronta la complicada tarea de trabajar los solos de su tocayo Dave Gilmour, ya sea durante la gira de Waters "Dark Side of the Moon Live" -que incluyó dos conciertos en River en marzo de 2007- o ahora, en "The Wall Live". Calzar los zapatos de Gilmour no es privilegio que pueda atribuirse cualquier guitarrista, pero Kilminster sabe lo que hace y convence.
El resto de veteranos ya vinculados previamente con Waters comprende al baterista Graham Broad, el tecladista y guitarrista Jon Carin, el guitarrista Snowy White y el propio hijo de Waters, Harry, en teclados, que organizó su concierto de jazz en el ND Ateneo capitalino el domingo 11 pasado. Las nuevas adiciones para la gira "The Wall Live" fueron el cantante Robbie Wyckoff (que asume las partes cantadas originalmente por Gilmour), el guitarrista y bajista G. E. Smith, y los coristas masculinos Jon Joyce y los hermanos Pat, Mark y Kipp Lennon. Todos de impecable factura técnica y musical y si bien muchos no pudimos verles las caras, al menos nos dimos el lujo de escucharlos.
Un detalle a destacar es la correcta organización del espectáculo, tarea en la que el personal a cargo en River debe estar bien acostumbrado, porque manejar masas de 40.000+ personas de manera exitosa no puede dejarse en manos de inexpertos. El comportamiento de la audiencia en general, al menos en el show que tuve la ocasión de presenciar, también ha sido ejemplar, sin corridas, sin avalanchas, con orden, moderación y genial predisposición, especialmente cuando de improviso y haciendo notar su impaciencia por el comienzo de un show que ya llevaba varios minutos de atraso, el público de la platea San Martín inició una acompasada ola de estadio que se propagó a lo largo de por lo menos seis vueltas y a la que, naturalmente, todos nos plegamos espontáneamente. Fue al ver semejante sincronización y colaboración mutua cuando más de uno habrá pensado para sí, este es el tipo de unión que necesita el pueblo argentino, o no?
Tal como expresara meses antes en mi nota anticipo de esta impresionante cadena de presentaciones de "The Wall Live" en Buenos Aires, cada asistente podrá esgrimir sus razones de concurrencia a la cita en River y efectuará su propio balance del show presenciado. Cada cual podrá extraer para sí la esencia de "The Wall" y extrapolarla o no a las circunstancias actuales que viven el país y el mundo, insertar o no las connotaciones políticas y mediáticas que desee, decidir si se trata de un espectáculo magnánimo, de una máquina de hacer dinero... o de ambas cosas a la vez.
Algunos de nosotros, rockeros de los ’70, que venimos escuchando a Pink Floyd desde que pocos sabían en la Argentina de su existencia y/o trascendencia en el hemisferio norte, y que vivimos el momento de la edición de "The Wall" tanto en disco como en film, hubiéramos preferido una visita de Waters menos manoseada por la prensa, menos manejada por los gobernantes de turno y tal vez más austera, como, por lo general, lo han sido hasta el momento las visitas de tantos otros viejos ídolos rockeros, incluso de los mismos Paul McCartney y Ringo Starr, o los Stones, o Eric Clapton, Jeff Beck, Asia, Yes, Deep Purple... por sólo nombrar los que se han presentado en estos últimos tiempos sin levantar semejante batahola mediática, que hasta hizo erigir la colosal gigantografía a modo de homenaje en pleno microcentro porteño. Pero claro, vender 9 shows a estadio lleno en una misma ciudad es record mundial absoluto para el mundillo progresivo, Waters es un hombre carismático, de poderosa atracción para los medios, que se codea con políticos de todo el planeta, que viene a presentar un álbum con fuerte contenido social editado hace más de 30 años y el único rockero extranjero en permanecer 15 días corridos en Buenos Aires. Que cada cual saque sus conclusiones.
Sin embargo, más allá de la impresión que Waters & Band se lleven de Buenos Aires -lástima que no visiten el interior también- cuando el próximo martes se despidan de River y aborden el avión rumbo a Brasil, y una vez que la polvareda de su paso comience a aquietarse, quedaremos unos cuantos agradecidos por su espectáculo de primerísimo nivel y la oportunidad otorgada de apreciar su música en vivo.
Simplemente eso.
- Roger Waters en River - Parte I
- Roger Waters en River - Parte II
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