El Pazo de Faramello se encuentra en Rois, a unos 15 minutos de Santiago de Compostela. Las visitas guiadas no empiezan desde la entrada principal, si no desde el parking que comparte con el Xardín do Recordo (42.810903, -8.627634).
Nosotros teníamos visita concertada a las 12 h, así que aprovechamos las primeras horas de la mañana para descubrir un poquito de Rois.
Nuestra primera parada fueron los Molinos de Silvarredonda (42.767625, -8.725090).
Se trata de un conjunto de 5 molinos restaurados. Habíamos leído que todavía estaban en funcionamiento, pero tenemos nuestras dudas. No encontraréis mucha más información por internet ni tampoco "in situ". Hay muchos molinos como estos, pero si andas por la zona bien merecen una visita. La aldea en la que están es bastante curiosa.La siguiente parada era el Vía Crucis de Sorribas (42.790299, -8.675577), como no me gusta ninguna de las fotos que saqué, os enseño una del cementerio que hay al lado. El Vía Crucis de Sorribas está formado por un total de doce estaciones y un calvario formado por tres cruceiros. La idea partió de un emigrante en 1698.
Y la última visita antes de visitar el Pazo de Faramello, era la Aldea de Angueira de Castro y el Parque Río Tinto (42.809493, -8.632733).
Aunque pequeño, este parquecito es precioso, con un puente de madera que cruza el Río Tinto y con varias mesas y bancos para poder comer al aire libre. Desde allí parte varias rutas, una de ellas pasa justo por delante del Pazo do Faramello. Si no tenéis oportunidad de visitar los jardines interiores y el pazo, siempre podéis echarle un ojo desde fuera. Además, este tramo pertenecía al antiguo Camino de Santiago y hoy en día están intentando que vuelva a pasar por donde debió hacerlo siempre.Y, por fin, un poco antes de las 12 llegábamos al Xardín do Recordo (Jardín del Recuerdo). Este xardín es una iniciativa del propio Pazo de Faramello que cedió el terreno para este homenaje a las 80 víctimas del accidente ferroviario de Angrois, ocurrido el 24 de julio de 2013.
El diseño de este jardín corrió a cargo de la Escola Galega da Paisaxe de la Fundación Juana de Vega. Los familiares de los fallecidos han plantado un árbol por cada víctima y de ellos cuelgan un corazón de madera con su nombre grabado.
Como os decíamos antes, el Pazo de Faramello se puede visitar todos los días de la semana, a las 12, a las 17 y a las 19 h. La visita dura alrededor de 1h30 min, cuesta 10 €/persona y se termina catando el vino del pazo con un pequeño pincho, lo cual es de agradecer porque es el broche perfecto.
El Pazo de Faramello es conocido por muchas cosas: por ser el último gran pazo histórico que es atravesado por el Camino de Santiago, por ser el primer pazo de uso industrial de Galicia y porque en primavera su pequeña población de ciruelos japoneses florece, dándose el término japonés "sakura". Si además, queréis disfrutar de la vista de estos ciruelos durante su floración, en Japón se conoce como "hanami" y las familias y amigos disfrutan de picnic bajo estos árboles.
La visita corre a cargo de uno de los propietarios, Gonzalo Rivero de Aguilar, que lo abrió hace unos 6 años al público para ayudar a sufragar los gastos que ocasiona una edificación de estas dimensiones. Además, también se pueden celebrar banquetes en las antiguas caballerizas.
El Pazo do Faramello fue construido en el x. XVIII y su capilla y sus cruceiros están declarados Bien de Interés Cultural. El retablo barroco de la capilla es obra de José Gambino, que nació en el pazo.
En el Pazo do Faramello se fundó la Real Fábrica de Papel del Faramello, toda una pionera con su puesta en funcionamiento en el s. XVIII y durante sus más de 2 siglos de historia. Hoy en día, poco queda de ella y lo más curioso es que en lo que fueron sus tejados, podemos encontrar hoy un bonito jardín.
El fluir del agua es un constante durante la visita, no en vano, el Río Tinto lo atraviesa.
Una de las zonas más bonitas es esta terraza con ciruelos japoneses y la ventana veneciana al fondo. Los propietarios del Pazo do Faramello se dieron cuenta hace mucho tiempo que las especies traídas de Japón se daban muy bien en Galicia y este Pazo fue construido por el Marqués de Gambino, de origen italiano, por lo que este rincón es todavía más especial.
Y tras una breve visita a un par de estancias interiores, daba por finalizada la visita en sí. Ahora le tocaba al vino y la empanada😀Las fotos que veis abajo son de la aldea que la que os hablamos antes, Angueira de Castro. Dejad el coche antes de entrar en ella porque apenas cabe un coche por sus estrechas calles.