El manual de uso de un vestido rojo es muy sencillo: mesura. El corte que elijamos se tiene que adaptar (como cualquier otra prenda) a la situación y como no, a nuestro cuerpo.
- La combinación ideal es casi única: con negro. Si hace frío, unas medias tupidas negras con zapato de idéntico color será fundamental. Del mismo modo que es esencial que el zapato, aunque sencillo, sea llamativo: acharolado, de tacón de vértigo, gran plataforma delantera, abotinado o sandalia de tiras anchas. Pero siempre un zapato maravilloso.
- Si nos apetece algo más arriesgado, entonces olvídate de las medias y busca unos zapatos de serpiente. Y aunque a mí personalmente me espanten, también son válidos de print leopardo.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: combinarlo con medias de plumeti. El vestido ya es protagonista, con lo que no debe compartir con nada más.
Ni de lejos unas medias de rejilla. Puedes caer en el error de vulgarizarlo. Y ojo, que no es lo mismo vulgarizar... que bulgarizar.
Uy los escotes extrapronunciados...............
Tampoco medias estampadas. Es increíble la de barbaridades raras que se le pueden ocurrir a alguien.
Si pasas de los 45 años, entonces decántate por uno de tono menos brillante y mejor de manga francesa o larga. Pero no renuncies a ir de rojo jamás. Sea cual sea tu edad.
Si en cambio, rozas los 20, busca los que tiren a coral. No quieras parecer mayor, cuando lo seas ya no podrás volver atrás. Y es terrible sufrir del síndrome de A.O.
No lo recargues. Aunque te parezca que vas muy sosa, el vestido rojo tiene personalidad suficiente para brillar.
Nada de elegir zapatos soeces, que te lo cargas, amiga.
Lo encontrarás en: ambos vestidos son de Ángel Schlesser