Todos los años al llegar abril, como si de una tradición se tratase, los cuatro hombres con los que vivo me acusan irremediablemente de comprar más fresas y fresones que nadie en este país. Ya sabéis como exageran los hombres con ciertas cosas…
Amo esta fruta por varias razones. A saber:
Es tremendamente sana y versátil.
Me recuerda que va a comenzar el buen tiempo. Los días de sol y la luz del día que permanece intacta hasta bien entrada la noche.
Al comprar un par de kilos, suelen venir en unas preciosas cajas de madera que pueden pintarse de colores y formar parte de una foto culinaria o de still life.
Su color y posibles combinaciones con otros colores son de los más bellos que ofrece la naturaleza.
Es una de las frutas más fotogénicas que podamos encontrar. Y esa, queridos visitantes de este, vuestro blog, es una razón de fuerza mayor para adquirirlas… aunque se quejen , como si de una tradición se tratase, todos los hombres de mi casa.