1997 – 2000. Cambio de siglo, cambio de rumboEra muy normal que los grupos de gente del camping acabasen mezclados, sobre todo en verano. Las terrazas del pueblo, los botellones, los hola-cómo-te-llamas o el oye-preséntame-a-tu-amiga eran norma común todas las noches de verano. En otoño ya no sabías cual era tu grupo habitual y cual sólo de hola y adiós. Nuestro nuevo grupo era el típico de chavales con muchas hormonas y sin mucho que hacer. El grupo de rol estaba (se)parado, casi muerto. El DJ ya no venía mucho y salir por Madrid empezó a sustituir el ir al camping los fines de semana. Teníamos ya una edad en la que se te consideraba responsable y tus padres confiaban en ti. ¿Qué adolescente diría que no a un fin de semana sin padres? Esta época fue prácticamente de alcohol y chicas, más de lo primero que de lo segundo, desamores y pérdida del rumbo. Comencé a sentirme fuera de lugar en cualquier sitio. Mis amigos de toda la vida no venían ya al camping; el club de rol se deshizo porque los responsables pasaron de sus obligaciones y los socios no teníamos acceso al club si no venía un delegado con nosotros; me mudé de casa y dejé de pasarme por la tienda de rol de mi barrio; y Metrópolis, tienda donde iba bastante a jugar a las cartas, cerró y se cambió de sitio sin enterarme. Todo mi mundo lúdico se derrumbó por completo.
Aun tengo esas botacas
Sin nada qué hacer los fines de semana pasaba la mayor parte del tiempo en Coslada o Alcalá de Henares de botellón y escuchando metal. Ahí conocí el black metal y a Cradle of Filth, otro amor a primera vista. Adoptamos la estética gótica, aunque yo nunca me he identificado con el movimiento gótico. A mí me gusta el metal extremo y vestir de negro, pero también ver un partido del Atleti o… vale, sí, quizá algo de sufrimiento interior tengo. XDCoñas aparte, algo saltó dentro de nosotros. El gusanillo del rol volvió o, mejor dicho, salió de su capullo convertido en un dragón que traería consecuencias increíbles en mi vida. Kirtxo dijo que podía pedirle a un amigo el Vampiro, que molaba. Era de vampiros (¡si es que éramos unos genios!) pero él no quería dirigir. Me ofrecí voluntario para ello. Tras varios años sin tocar un manual ahí estaba yo leyendo Vampiro: La Mascarada (2ª edición) como si fuera mi primera vez con el rol. Como éramos pocos convencí a un par de compañeras de trabajo para jugar. Nos reunimos en casa de Kirtxo, en Coslada, y tras cuatro horas de partida di por concluida la sesión pues mis colegas habían quedado con sus respectivas. La reacción de los jugadores no pudo ser más sorprendente: ¿Ya? ¿Así? ¿No seguimos más? La partida les había encantado. Había campo para un nuevo grupo de juego, y durante un tiempo se mantuvo vivo. En el trabajo conocí a más gente que escuchaba metal del bueno y, ¡oh fortuna! jugaban a Vampiro. El grupo creció, unos salieron y otros entraron, y al final formamos un grupo estable que se reunía todos los fines de semana para jugar a Vampiro. Un grupo con el que me he echado muchas risas, y también alguna bronca, pero del que ha quedado una amistad, creo yo, a prueba de bombas. Tiempo después se unió al grupo mi primo, el de El Señorde los Anillos, que también había jugado a rol en su juventud y quería volver a jugar.La propia dinámica de las cosas me hizo entrar en foros de rol, concretamente a El Rincón del Vampiro. Bueno, al principio sólo éramos una lista de correo, el foro nació de la primera quedada que hubo en la desaparecida Pepita de Oro, en Malasaña muy cerca del Gen-X de Puebla. Luego hubo más, oficiales y oficiosas. Algunos nos juntamos también para jugar, ¡y vaya si jugamos! Partidas de hasta doce horas de duración. Vampiro y Hombre Lobo no faltaban ningún fin de semana. También jugué alguna partida a D&D, la primera vez que jugaba a D&D y llevé un paladín de Torm, negro, con grandes bigotes que respondía al nombre de Sir Dreifus Steinberg, pero Mundo de Tinieblas tiraba más.Y así volví a mi cauce natural. El colegio y el instituto fueron sustituidos por el trabajo, y las partidas de rol volvieron los fines de semana. Estaba como cuando empecé, ¡pero con pastarraca en el bolsillo! Comencé a comprar manuales de Vampiro, sobre todo los Nocturnos. Descubrí que la fantasía urbana era un género que me atraía mucho, y MdT me ayudaba a explotarlo de muchas maneras. Y mientras el foro crecía y crecía, el canal de IRC era el punto de reunión diario para hablar con la gente del foro. A las quedadas cada vez venía más gente, e incluso hicimos una en Alicante que duró prácticamente todo el fin de semana (para algunos). Fue una buena época donde conocí gente muy maja, otros que no merece la pena ni nombrar y algunos que yo creía amigos y luego se tornaron en todo lo contrario.
Fue en este periodo cuando me lancé a crear y compartir rol. Lo primero que hice fue A Coruña Nocturna, una guía para Vampiro: La Mascarada. Después me lancé a hacer la guía de Madrid y un documento sobre disciplinas instintivas, unas reglas para aprender disciplinas sin necesidad de que nadie te las enseñe. También estuve trabajando en un Buenos Aires Nocturno tras volver de la bosa de mi hermana allá en la Argentina, pero un formateo inesperado mandó todo al traste. Vampiro dominaba toda mi vida rolera, y aunque ahora eche pestes del sistema y de lo que hicieron con la ambientación es cierto que sin ese juego quizás no hubiera vuelto a jugar a rol ni tendría todo lo que vino después.