Russell Crowe, el Gladiador.
Revista Cine
El denominado peplum o cine de romanos merece una mención aparte al margen del cine de aventuras, ya que no nace, únicamente, con un afán de ubicarlo en un marco espacial (el Imperio Romano) y temporal (la Antigüedad), pues tiene un tratamiento muy diferente del concepto de héroe que se da en el cine de aventuras. Podríamos decir que es un subgénero dentro del género.El sello de héroes como Tyron Power o Errol Flynn era su pasión por la aventura, casi que su razón de ser era la aventura en sí misma que un medio inevitable para lograr sus objetivos. Sin embargo, con titanes del peplum como Charlton Heston o Kirk Douglas, la felicidad es una quimera, lejos de la inconsciencia casi juvenil de los Flynn o Power, aceptan los avatares de la vida y los convierten en su modus vivendi.En realidad, el cine de romanos surge en los años cincuenta y sesenta en Italia, en los míticos estudios Cinecittá. No obstante, sería de una más que dudosa calidad, por lo que hay que referirse a las grandes producciones estadounidenses para mencionar las obras que lo popularizaron. Films como La túnica sagrada (1953, Henry Koster), Ben-hur (1959, William Wyler) o Espartaco (1960, Stanley Kubrick), honran a los dioses del olimpo romano con un héroe infatigable, fuerte como el titán Atlas, de honor intachable, siempre dispuesto al más duro de los martirios e incluso sacrificar su vida con tal de salvaguardar un ideal.Se podría decir que Charlton heston es el actor que más veces se ha metido en la piel de un personaje histórico: Moisés, El Cid, Miguel Ángel, Marco Antonio, Enrique VIII... Sin embargo, ninguno de ellos le otorgó tanta fama como el de Judah Ben-hur. Otros actores encarnaron al conocido judío de la novela de Lewis Wallace pero, para la humanidad, Ben-hur siempre será el adusto rostro de Charlton Heston.El otro coloso del peplum sería Kirk Douglas. Su imponente presencia e indudable carisma hacían de él el actor perfecto para encarnar al romántico Espartaco, un personaje con el cual Douglas se sentía muy identificado, el esclavo tracio que planta cara al todopoderoso imperio, sacudiendo los cimientos de la invencible Roma.Tras décadas en el olvido, el género tuvo su último coletazo con el as que se sacó de la manga Ridley Scott: Gladiator (2000). En ella un semidesconocido Russell Crowe daba vida al general romano Máximo, un soldado íntegro adorado por sus legiones, favorito del emperador Marco Aurelio (impagable Richard Harris) y a la vez envidiado por el hijo de este, un hombre carente de la virtus romana, Cómodo (Joaquin Phoenix) que, una vez césar, mata a toda la familia de Máximo por no apoyar su nombramiento. Así, nuestro héroe se verá obligado a llevar a cabo su particular venganza sin importar el coste, incluso como el dice, "en esta vida o en la otra".