Por fin llegamos aquel junio a la Fontana con una moneda cada uno.
Cerramos los ojos y pedimos el deseo. El tuyo el mío. Dos monedas.
Dos monedas que hoy dejaron de soñar en el fondo de Trevi.
Allí estaban junto a Neptuno bajo el techo de Roma, hasta que las quitaron como cada año.
No lo sabíamos.
Tenías razón, debimos hacerlo en nuestro mar sin imitar al cine.
Me dijiste, demasiado lujo, mucha pompa para albergar los sueños pasajeros. Y me reí con el canto de los años y el deseo nuevamente de zambullirme.
-Qué importa Carlo. Aquí estamos otra vez emulando la frase de Flavio Valerio Aurelio Constantino, el primer papa y último emperador, "Roma e Urbi et Orbi Aeterna".
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..Y mi deseo eres tú.
En el viejo piso de la tata
* Se recauda cada año en la Fontana di Trevi más de un millón de euros en monedas para fines benéficos.
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