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Gracias a un recuerdo que me han traído de León, he conocido un poema de singular contenido.Trátase de un romance anónimo del siglo XVII, titulado A la Virgen de los Buenos Libros, en el que la celestial figura es comparada con un libro. El poema causome gran sorpresa por su peculiar hechura. Y como creo que los selectos lectores de este modesto blog son todos amantes de los libros, me place compartir el dicho romance para deleite común, por si alguien no lo conociere y pudiere encontrar en él motivo de intelectual regocijo.Quede, pues, aquí transcrito:
Todo el amparo, señora, y en blanco, pues por ti Dios de mi libro en ti le libro, mis culpas pone en olvido; pues eres libro en quien Dios de palma, oh libro, tus hojas enquadernó sus prodigios. en tu concepción las miro, Si al que es vida le ceñiste allá en tu parto azucenas en tu virgen pergamino, y en tu soledad cuchillos. ya libro eres de la vida, Tu essención es privilegio, vida has de ser de los libros. Tu tassa, precio infinito, El gran Autor con la pluma general tu aprobación, del espíritu divino gloria el fin, gracia el principio, sobre tu papel intacto impresión estrellas, coma, sacó su palabra en limpio la luna; punto, el sol mismo, sin copia, por ser tú sola; rectas líneas, blanco margen, sin tinta, por ser arminio; luces letras, cielo estilo sin original obscuro, y al fin concepción sin mácula y sin borrador delito. es el título aplaudido Libro eres de cuenta, de tu libro, porque es Dios donde el más estrecho juizio el concepto de tu libro. siempre suma lo constante Oh libro cerrado a culpas pero nunca lo caído; y abierto a humanos gemidos; libro de memoria, siempre borre un rasgo de tus gracias para hacerme beneficio, las erratas de mis vicios.
Discúlpeseme la sinuosa apariencia, aunque es bien sabido que Blogger no mantiene los espacios que se establecen ni permite la escritura en columnas (o esta humilde copista no ha sabido encontrar el modo).
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