Revista Arquitectura

Románico cisterciense, el encanto de la falta de ornamentación

Por A-Cero Blog

Hoy Joaquín Torres, director  de A-cero, recomienda el estilo Románico cisterciense. El Císter fue una orden religiosa que conoció su mayor expansión en el siglo XII, siendo el estilo de sus abadías considerado como de transición hacia el estilo gótico predominante a partir del XIII. En oposición abierta al estilo dominador de Cluny hasta aquella época, opulento, rico en decoración y ostentoso, el Císter aplicó la Regla de San Benito, que predicaba rigor, austeridad y sobriedad en la vida y maneras eclesiásticas. Estos preceptos se aplicaron también a la construcciones religiosas de los monjes gracias a la figura primordial de San Bernardo de Claraval, quien, aún no siendo el fundador de la orden, sí puede sin duda considerarse su líder práctico y moral más relevante.

Románico cisterciense, el encanto de la falta de ornamentación

En lo relativo al arte, San Bernardo de Claraval establece un modo de arquitectura basada en la línea, sin apenas decoración escultórica o pictórica ni vidrieras coloreadas, de grandes proporciones monumentales. Emplea con insistencia algunas innovaciones ya aparecidas en el románico de comienzos del siglo XII como el arco apuntado y la bóveda de crucería, que posteriormente el auténtico gótico empleará de manera mucho más vanguardista y con un radical cambio conceptual. Para Bernardo, la estética y la arquitectura debían reflejar el ascetismo y la pobreza absoluta llevada hasta un desposeimiento total que practicaban a diario y que constituía el espíritu del Císter. Así terminó definiendo una estética cisterciense cuya simplificación y desnudez pretenden transmitir los ideales de la orden: silencio, contemplación, ascetismo y pobreza.

Románico cisterciense, el encanto de la falta de ornamentación

Los cistercienses tenían prohibidas las torres en las iglesias y sólo estaba permitido un linternón para las campanas que apenas sobresalía de la cubierta de la nave. La falta de un elemento tan señalado en la arquitectura exterior de una iglesia causa extrañeza.Otra de las características de estas construcciones, igual que en los edificios románicos, son los contrafuertes de las bóvedas. Estos elementos exteriores verticales se repiten rítmicamente y dividen el edificio en módulos iguales. Asímismo no se destacaban las fachadas de las iglesias ya que los monjes y conversos entraban a la iglesia por puertas interiores. Todos los edificios de la abadía estaban rodeados por un muro, tal como señalaba la descripción de la Jerusalén celestial del Apocalipsis.


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