Publicación: Madrid: Temas de Hoy, 2013
Descripción física: 863 p.; 25 cm.
CDU: 821.134.2-31"20"
Signatura: N NAR ron
Precio: 22,50 euros en la Casa del Libro
DOS HOMBRES Y UN DESTINO
Los que me leéis habitualmente ya sabéis que conocí virtualmente a Francisco Narla de la forma más curiosa, cuando hacía poco tiempo que había publicado Assur. Con motivo de la presentación de otro libro, en la que su agente literario me confirmó que Francisco iba a estar y que me invitaba a asistir, aproveché para conocerlo en persona, y de paso para pedirle que me firmara por fin mi ejemplar de su novela que tanto me había gustado.
Ese día, tanto antes como después de la presentación, pudimos hablar largo y tendido y me dijo que tenía que contarme un secreto. Y era que ya tenía casi lista su siguiente novela, pero que aún pocas personas sabían de qué trataba la historia, y ahora yo sería una más. Me explicó que en 2014 se cumplirían los 400 años de la famosa expedición japonesa que vino a España, y que su novela iba sobre eso; bueno, y sobre alguna cosa más, ya que la historia de la España de esa época (la expedición llegó a Sevilla en 1614) daba mucho juego. En resumen, que como con Assur yo le había hecho a Francisco alguna que otra observación, me pidió que si podía le echara un vistazo a esta nueva novela antes de enviar el manuscrito a Planeta. La cosa fue un poco lío, porque me dijo que a lo mejor la editorial se ponía en contacto conmigo para que firmara un acuerdo de confidencialidad, para comprometerme a no filtrar nada sobre el libro; ya sabéis cómo son estas cosas. Pero el caso es que tuve la suerte de poder leer la novela mucho antes de que se publicara. Eso sí, he tardado lo suyo en escribir esta reseña...
Argumento y personajes
Para no copiar una parrafada demasiado larga ni tampoco destripar nada, me limito a copiar tan solo un fragmento del resumen que aparece en la contraportada:
Durante la expedición que en 1614 trajo a los enigmáticos samuráis hasta la Península, dos nobles guerreros trabarán una amistad épica. Aún no saben que persiguen a un mismo enemigo, que una única venganza bastará y que cada uno ha encontrado en el otro la pieza clave de una larga historia.Uno de estos guerreros es Saigo Hayabusa, que al comienzo de la historia se encuentra en el castillo de Fushimi, esperando el momento de cometer seppuku (vamos, más o menos lo que nosotros conocemos como harakiri de toda la vida, aunque el seppuku es un proceso algo más largo que incluye en realidad el harakiri), porque el castillo va a caer en manos del enemigo y antes que caer también ellos, prefieren entregar su vida de forma honorable.
Pero la vida de Hayabusa cambiará en el último momento, ya que su señor lo sentencia a no morir esa noche, sino a convertirse en un ronin, es decir un samurai sin amo y sin pertenencia a ningún clan, para cumplir la misión de descubrir quién de ellos los ha traicionado y poder así llevar a cabo su venganza. Toda una deshonra para un samurai, ya que no puede haber nada peor que seguir con vida en lugar de suicidarse. Pero su amo se lo ordena y no puede desobedecer...
En una situación parecida se encuentra nuestro segundo guerrero, Dámaso Hernández, que también ha sido traicionado y decide viajar a Oriente (hay que recordar que por aquella época España comerciaba con Filipinas, que por cierto se llamaron así por nuestro rey Felipe II) para poder enriquecerse y así alcanzar cierta posición social que le permita pedir la mano de Constanza, su enamorada.
Los caminos de los dos, en un principio tan opuestos, se cruzarán, y a través de los hechos que se narran en la novela conseguiremos averiguar cómo ambos llevan a cabo su venganza.
Mis impresiones
Como habréis podido intuir, estamos ante una novela histórica, igual que ya ocurrió con Assur. En este caso el tema es radicalmente distinto, ya que pasamos de la España del siglo XX y las incursiones vikingas, a la España de principios del siglo XVII y el desconocido (al menos para mí) Japón medieval. Así, aunque con Assur descubrí cosas que no sabía, pero me resultaba todo muy familiar porque he leído muchísimas cosas sobre vikingos, con Ronin ha sido un enorme descubrimiento en general, porque lo relativo al Japón medieval era prácticamente todo nuevo para mí.
Según contó Francisco en una de las muchas presentaciones que hizo del libro, la historia surgió porque un día, paseando por la población sevillana de Coria del Río, descubrió la estatua de un samurai; fue así como se enteró de que una expedición de samurais había llegado hasta Sevilla y había acabado estableciéndose en este lugar. Y de hecho, son ya quince las generaciones de habitantes que llevan el apellido Japón, que en el registro se lo iban poniendo a todos en lugar de los apellidos japoneses reales, tan enrevesados para nosotros. Así, Francisco se interesó por el tema y empezó a tirar del hilo, porque como además es tan perfeccionista a la hora de documentarse, tuvo que dedicarle muchísimo tiempo a la novela, principalmente por las labores de investigación que tanto le gustan. En fin, que casi disfruté tanto leyendo la novela como después descubriendo sus pormenores de la mano de Francisco.
Leyendo la novela aprenderemos (al menos en mi caso así fue) muchísimos detalles sobre la historia de España en el siglo XVII, incluyendo todos los tejemanejes de la corte en aquella época, la corrupción política de la que seguimos sin librarnos, y también la especulación urbanística que ya por aquella época daba sus frutos, y si no que se lo digan al Duque de Lerma, que es uno de los personajes reales que aparece en el libro junto con otros muchos secundarios, muy muy numerosos, que iremos descubriendo a lo largo de la lectura.
También, por supuesto, descubriremos muchísimas cosas sobre la historia del Japón medieval: las costumbres, la gastronomía, los juegos, la forma de luchar, la vestimenta y hasta los detalles más pequeños que os podáis imaginar. Además tendremos ocasión de comparar a personas tan diferentes como eran los españoles y los japoneses de aquella época. Al profundizar en la lectura, me imagino perfectamente que los japoneses, siempre tan correctos, debían de ver a los españoles como poco menos que unos auténticos bárbaros, desde luego. Bueno, supongo que con algunos españoles de los de ahora también habrá japoneses que alucinarán.
Como ya consiguió con Assur, esta vez Francisco Narla lo vuelve a hacer, y nos hará pasar muy buenos pero también muy malos ratos con todo lo que le va ocurriendo a los personajes. De nuevo las descripciones son magistrales, aunque ya he leído algún comentario de gente a la que precisamente tanto detalle no le ha gustado porque les hace perder el ritmo en la lectura. No ha sido mi caso, aunque claro, también influye el hecho de que me gustan muchísimo las descripciones, como las que hace mi querido Tolkien. Mis momentos favoritos fueron las descripciones de las batallas navales; una maravilla. Y como siempre, los personajes estarán muy bien retratados y enseguida nos podremos decantar más por unos que por otros, a unos les cogeremos cariño y a otros los odiaremos con todas nuestras ganas. Y por supuesto no podremos dejar de preguntarnos qué les irá pasando a lo largo de la historia.
Por cierto, si lo leéis no os perdáis el cuaderno de notas al final, en el que el autor explica cómo se fraguó la novela, de dónde ha sacado los datos históricos, el motivo por el que se ha tomado ciertas licencias, observaciones tanto sobre los nombres de los personajes como de los de los lugares, así como cuáles de ellos fueron reales, y todo tipo de detalles de lo más interesante.
Conclusión
Supongo que intuis que Ronin me ha gustado muchísimo. En algunos momentos no he podido evitar compararla con Assur, pero es que el estilo de Francisco Narla es tan particular que tenía claro que aunque los temas de las dos novelas eran totalmente distintos, por la forma de escribir y el nivel de detalle era inevitable darse cuenta de que estaban escritos por la misma persona, aunque como en mi caso, ya lo supiéramos de antes.
Si os gusta la novela histórica, seguro que disfrutaréis con Ronin. Si el género no es lo vuestro, siempre os lo podéis tomar como una novela de aventuras aunque, eso sí, con todo lujo de detalles. En mi caso, Assur me resultó más familiar porque como ya he comentado, los vikingos me son bastante conocidos desde hace ya mucho tiempo; pero Ronin ha sido todo un descubrimiento sobre cosas que no conocía. Y desde luego, a estas alturas Francisco ya sabe que conmigo tiene una lectora fija; de hecho tengo sus dos primeras novelas en casa esperando su turno para ser leídas.