Este fascinante documental trata tres asuntos imprescindibles para todo cinéfilo: Stanley Kubrick, las posibles interpretaciones de una película (en este caso, El Respandor de 1980), y en último recurso, de cómo se habla o se escribe del cine, o sea, la supuesta “crítica”.No me acuerdo quién decía que cada trabajo de Kubrick contenía varias películas. La segunda mitad del siglo XX, desde su primer corto en 1951, Day of the fight, hasta cerrar el siglo en 1999 con su última obra maestra, Eyes Wide Shut, el cine ha estado marcado por el carisma, las obsesiones y el talento de este cineasta. Pero es sobre todo a partir de los 60, cuando al abandonar América, Stanley Kubrick daría lo mejor de sí mismo. De hecho sabía a ciencia cierta que Lolita (1962) no se podría rodar en una tierra tan moralista y puritana como los EE.UU.Para El resplandor el cineasta envió durante tres meses a varios de sus colaboradores, para recrear luego en estudio, hasta el más mínimo detalle del Hotel Overlook (en realidad las vistas exteriores corresponden al Timberline Lodge, lujoso hotel de montaña de Oregón, y el pasillo y el salón principal al hotel Ahwahnee en el parque nacional de Yosemite en California). El niño protagonista no volvió a actuar y hoy es profesor de biología en un colegio… El documental repasa mil y unas anécdotas y detalles de este mítico filme de horror, lo que ya es una verdadera gozada.Por otra parte su director, Rodney Ascher, ha escogido cinco interpretaciones sobre el tema fundamental de esta película que permite una inagotable variedad de versiones. La inteligencia del cineasta ha sido ilustra las interpretaciones (de lo más variopintas y seductoras… esclavitud, conspiración, reconstrucción de los primeros pasos sobre la luna) directamente con las secuencias en que se basan. El resultado es alucinante, cautivador y, por supuesto, divertidísimo.Y por último, en última instancia, el documental pone sobre la mesa el papel de la crítica cinematográfica. Personalmente frente a las lecciones o los púlpitos (que si quiero, disfruto en misa o en una buena conferencia) prefiero cuando se habla de cine como un acompañamiento que ofrece un abanico de propuestas. Luego que cada uno escoja según sus gustos. Cada película acaba encontrando a su espectador y no olvidemos que los criterios estéticos varían con el tiempo. Lo importante es disfrutar y compartir. Eso ha sido siempre el cine: una sala oscura que invita a vivir los sueños ajenos para protagonizarlos como propios y una buena charla posterior sobre lo bien, fatal o genial que lo hemos pasado.