Es tremendamente inusual que en el 2016 nos cueste retomar el aire más de media hora después de haber salido de una sala de cine. Claro que existen obras muy buenas, talento y personajes memorables, pero son muy contados los casos en los que la butaca se convierte en un apéndice de nuestro cuerpo durante un par de horas. Sin lugar a dudas, ‘Room’ es uno de ellos.
Y si esto es así no es solo por el fabuloso trabajo de Lenny Abrahamson dirigiendo, quien es capaz de transformar las imágenes en emociones y sentimientos sin recurrir a ningún tipo de efecto ni truquito cinematográfico; simple y puro talento para saber cómo y cuándo mostrar o no mostrar, y hacer del espacio de una habitación un lugar sin límites. Tampoco es por las soberbias interpretaciones de Jacob Tremblay, quien con tan solo nueve años es capaz de meterse en la piel de Jack, un niño para el que el mundo real es una habitación; y Brie Larson, en el papel de la madre que crea este mundo de cuatro paredes.
En mi opinión, lo que hace de una película notable algo más, es lo que sucede cuando un director, además de saber dónde colocar la cámara, es capaz de exprimir un guion tan soberbio como el que Emma Donoghue adapta de su propia novela y elevar la profundidad de unos personajes tremendamente bien escritos. A grandísimos rasgos, es obvio que el tema central de la película es el secuestro de una madre y su hijo. Se ha hecho mucho cine que gira entorno a este tema, y cualquiera puede hacerse una idea sobre los posibles giros que pueden darse. No obstante, el cuidado que se presta a los detalles y sobre todo al aspecto psicológico de los personajes, hacen de ‘Room’ una película de enorme calado.
Quizás el impacto que ha tenido en mí la historia se haya visto incrementado porque no sabía absolutamente del argumento ni la temática; sin embargo, me reafirmo en cada punto resaltado en los párrafos anteriores. Estoy seguro de que el prisma sobre el que se construye ‘Room’, la colocarán en la estantería de las grandes obras dentro del género cuando pase algún tiempo, independientemente de los premios que reciba. Hoy solo puedo destacar lo singular de su contenido y, a pesar de lo jodido del tema sobre el que se sustenta, recomendaros que no dejéis de verla si tenéis ocasión.