Una instantánea del discurso de Roosevelt ante el Congreso.
Camaradas,
El Presidente de los Estados Unidos de América Franklin Delano Roosevelt ha pronunciado un discurso hoy ante el Congreso acerca del estado de la nación en el que ha anunciado las medidas económicas e industriales con las que afrontará el conflicto en curso y que suponen sumergir a su país en la guerra total. Alemania, Japón e Italia aceptan el desafío gustosos y le recuerdan que, además de industria, capital y armas, los ejércitos requieren corazones llenos de ardor, algo que no puede ser comprado y en lo que las potencias del Eje son inmensamente ricas. He aquí las palabras del ínclito personaje.
Al cumplir mi deber, que es el de dar cuenta de la situación a la nación, tengo el orgullo de poder decir que la moral del pueblo americano no ha sido nunca tan elevada como hoy, la unión no ha sido nunca más estrecha, los Estados Unidos no han estado jamás más resueltos a hacer frente a las duras tareas que les incumben.
La respuesta del pueblo americano ha sido instantánea. Será la misma hasta que nuestra seguridad quede garantizada. Hace exactamente un año declaré al Congreso que los dictadores escogerían la hora, el lugar y el método de su ataque. Conocemos ahora la hora que han escogido: un pacífico domingo por la mañana del 7 de diciembre de 1941. Conocemos también el lugar: fueron nuestras posiciones avanzadas del Pacífico, y conocemos el método, que ha sido el mismo de Hitler.
"No veo mucho futuro para los americanos. A mi modo de ver, es un país descompuesto, con tremendos problemas raciales e inauditas desigualdades sociales. Los mismos que causaron la caída de Roma, y aún así Roma era un edificio sólido que se mantenía erguido por un motivo, inspirado por grandes ideas. Nada por el estilo de lo que sucede hoy en Inglaterra. En cuanto a los americanos, eso no existe. Ése es el motivo por el que, a pesar de todo, prefiero mil veces antes a un inglés que a un americano." Adolf Hitler durante una conversación privada tras escuchar las palabras de Roosevelt.
Los planes de conquista del adversario.
Pero los sueños de Imperio de los japoneses y de los jefes fascistas eran modestos al lado de las aspiraciones exorbitadas de Hitler. Antes de llegar al Poder en 1933, sus planes de conquista se encontraban ya elaborados. Estos planes tenían por objeto la dominación total, no de una sección cualquiera del mundo, sino de toda la tierra y de todos los océanos del globo. Con la formación por Hitler de la alianza Berlín-Roma-Tokio, todos estos planes de conquista se convirtieron en un plan único. En virtud de este plan, y además de sus propios proyectos de conquista, el papel confiado al Japón era e1 de cortar nuestros envíos de armas y material de guerra a Inglaterra, Rusia y China, armas que, en cantidades cada vez mayores, apresuraban la llegada de la derrota de Alemania. El ataque del Japón contra Pearl Harbor tenía por objeto aturdirnos y aterrorizarnos de tal modo que apartáramos nuestra potencia industrial y militar hacia la región del Pacífico o incluso la destináramos a la defensa de nuestro propio Continente.
Cartel de propaganda norteamericano en el que se clama venganza por el ataque del 7 de diciembre contra Pearl Harbor.
Hemos sufrido duras pruebas.
Este plan fracasó en su objetivo. No quedamos aturdidos, ni aterrados, ni desconcertados. Esta reunión del Congreso es una prueba de ello, ya que el espíritu de decisión tenaz que prevalece aquí es un mal presagio para los que conspiraron y colaboraron con el fin de asesinar a la paz mundial. Este espíritu es más fuerte que el mero deseo de revancha; expresa la voluntad del pueblo americano de hacer de manera que el mundo no vuelva nunca más a sufrir de esta manera.
Hay que confesar que hemos sufrido duras pruebas. Por ejemplo, fue para nosotros amargo el no poder socorrer a los defensores de la isla de Wake. Fue amargo el no haber podido desembarcar un millón de hombres, con mil barcos, en las islas Filipinas. Pero esto no hace sino acrecentar nuestra resolución de ver la bandera de los Estados Unidos ondear nuevamente en las islas de Wake y Guam y de liberar al valiente pueblo filipino del imperialismo japonés. Han de ser emprendidas acciones poderosas y ofensivas, y lo serán a su hora. Está en vías de realización la consolidación del esfuerzo total de guerra de los Estados Unidos contra nuestros enemigos comunes. Éste ha sido el objetivo de las conferencias celebradas duran te las dos últimas semanas en Washington y Chungking. Tal es también el objetivo primordial de la declaración de solidaridad firmada en Washington por veintiséis naciones unidas contra las potencias del Eje.
"Unidos somos fuertes. Unidos venceremos." El contubernio judeo-capitalista-bolchevique, unido contra el Nuevo Orden. Quién iba a pensar que la plutocracia y el comunismo, destinados a engullirse el uno al otro, apuntarían alguna vez hacia el mismo objetivo.
Unidos en la amplia dirección de la guerra.
Tal vez haya que tomar decisiones difíciles durante los meses próximos, y los que están unidos con nosotros tomarán estas decisiones con valor y decisión. Habrá una continuación de las conferencias y consultas entre los Estados Mayores militares con el fin de que los planes de operaciones se adapten cada uno de ellos a la estrategia general destinada a aplastar al enemigo. No luchamos en varias guerras aisladas en que cada nación sigue su propio camino. Estas veintiséis naciones están unidas, no sólo en su espíritu de decisión, sino también en la amplia dirección de la guerra en todas sus fases.
Por primera vez desde que fascistas, japoneses y nazis se lanzaron por el camino de la conquista, han de hacer frente ahora a una concentración de fuerzas superior a las suyas. Han pasado para siempre los días en que los agresores podían atacar y destruir a sus enemigos uno por uno, sin unidad de resistencia. Nosotros, los pertenecientes a las naciones unidas, dispondremos nuestras fuerzas en forma tal que podremos atacar al enemigo común en todos los puntos donde se le pueda causar el máximo daño. El mundo es demasiado pequeño para dar un "espacio vital" suficiente a los alemanes.
"¡Atención! ¡Nuestros hogares están en peligro ahora!"
Liberar a las naciones subyugadas.
Nuestros propios objetivos son claros: aplastar el hitlerismo impuesto por los señores de la guerra a sus pueblos dominados; liberar a las naciones subyugadas; establecer y asegurar la libertad de palabra, la libertad de religión, la liberación de la necesidad y la liberación del miedo en todas las partes del mundo. No nos detendremos sin alcanzar por completo estos objetivos ni quedaremos satisfechos al alcanzarlos y luego no volver a preocuparnos de ellos. Sé que hablo en nombre del pueblo americano y tengo buenos motivos para creer que hablo en nombre de todos los demás pueblos que combaten con nosotros cuando digo que esta vez estamos resueltos no sólo a ganar la guerra, sino también a preservar la seguridad de la paz que reinará después.
No bastará con que nosotros y las demás naciones unidas produzcamos una cantidad de .municiones ligeramente superior a la que produzcan Alemania, Italia y el Japón y las industrias de que se han apoderado en los países que conquistaron. Es preciso que la superioridad de los Estados Unidos en municiones y barcos sea aplastante, tan aplastante, que las naciones del Eje no puedan jamás esperar igualarnos en este terreno.
"Los americanos no saben construir aviones. Sólo son buenos fabricando neveras y cuchillas de afeitar." Hermann Göring, en una carta al Führer. 1940.
Quiere construir este año 60.000 aviones, 45.000 tanques y 8.000.000 de toneladas de barcos.
Para alcanzar esta superioridad aplastante hace falta que los Estados Unidos construyan carros, cañones y aviones hasta el límite de sus medios, no sólo para nuestras propias fuerzas, sino también para los Ejércitos, Marinas y Aviaciones que combaten a nuestro lado. Y nuestra superioridad aplastante en armamento debe ser adecuada a la necesidad de poner nuestros instrumentos de guerra en el momento que convenga, en manos de los hombres de los países vencidos. Hemos de mirar más alto en todo lo que se refiere a la producción. Que nadie diga que no se puede hacer. Es preciso que se haga y ya lo hemos emprendido.
Acabo de mandar una carta de órdenes a los departamentos y organismos apropiados de nuestro Gobierno para que se adopten inmediatamente las medidas siguientes: Primero, una destinada a aumentar tan rápidamente nuestro ritmo de producción de aviones, que en el año actual fabriquemos 60.000 aparatos, lo que representa diez mil más que la cifra fijada hace año y medio. Esta cifra comprende 45.000 aviones combatientes, bombarderos, bombarderos en picado, aviones de caza, etc. El ritmo de acrecentamiento será continuado en tal proporción, que en el año próximo de 1943 construiremos 125.000 aviones, de ellos cien mil aviones combatientes. Segundo, aumentará rápidamente el ritmo de nuestra producción de carros de combate de modo que en el año actual produzcamos 45.000 tanques y el año próximo 75.000. Tercero, aumentar nuestro ritmo de construcción de cañones antiaéreos con tal rapidez, que en el año actual fabricaremos 20.000 cañones antiaéreos, y el aumento continuará en forma qué en 1943 fabricaremos 35.000 cañones antiaéreos. Cuarto, aumentar tan rápidamente nuestro ritmo de producción de barcos mercantes, que en este año construiremos ocho millones de toneladas de buques en lugar de 1.110.000 que construimos en 1941. Seguiremos aumentando esta producción de forma que en 1943 construiremos diez millones de toneladas. Estas cifras y las relacionadas con otros muchos instrumentos de guerra no darán a los alemanes y a los japoneses sino una débil idea de lo que hicieron cuando atacaron Pearl Harbour.
Fábrica de tanques norteamericana.
La guerra total costará en un año cincuenta y seis mil millones.
Nuestra tarea es dura; nuestra tarea, no tiene precedentes y el tiempo es corto. Es preciso que utilicemos hasta el máximo todos nuestros medios de producción. Tenemos que adaptar todas nuestras fábricas y todos los útiles disponibles a la producción de guerra. Esto se aplica a todas las fábricas, desde las más enormes hasta las más reducidas; desde la inmensa industria automóvil hasta el más pequeño taller de pueblo.
El programa de guerra para el próximo año fiscal (que comienza el primero de julio) costará cincuenta y seis mil millones de dólares o, en otras palabras, más de la mitad del importe en que se calcula el valorde la renta nacional. Esto significa, en una palabra, "la guerra total" mediante el esfuerzo individual y el esfuerzo militar en un país unido. La velocidad vencerá. El terreno perdido puede ser siempre recuperado; el tiempo perdido, jamás.
"¡Roosevelt traiciona a América!" Panfleto de propaganda del Frente Alemán del Trabajo en el que se insinúa que Roosevelt se pliega a los deseos del judío que se esconde detrás de la bandera estadounidense.
Es posible que suframos otros fracasos.
El enemigo no se detendrá ante nada. Su pueblo ha sido educando a creer que su altísima perfección se cumple al hacer la guerra. Ya hemos degustado el sabor de la derrota. Es posible que suframos otros fracasos. Debemos hacer frente a la realidad de una guerra larga, una guerra dura, una guerra sangrienta, una guerra costosa. Nuestro programa de gastos para la producción de guerra significa la creación de impuestos y la emisión de empréstitos, la supresión del lujo y de las cosas no esenciales.
En todos los puntos del enemigo en que parezca necesario hacer frente, habrán de ser utilizadas las fuerzas americanas. Éstas operarán en numerosos puntos del Extremo Oriente. Las fuerzas armadas americanas estarán también en los océanos para participar en la protección de nuestras comunicaciones esenciales, que son vitales para la nación. Las fuerzas terrestres, aéreas y navales de los Estados Unidos tomarán posiciones en las islas británicas, que constituyen la fortaleza esencial de esta batalla mundial. Las fuerzas armadas americanas ayudarán a proteger este hemisferio y también las bases situadas fuera del mismo que pudieran ser utilizadas como bases de ataque contra las Américas.
Totaller Krieg, kürzester Krieg!
Es lebe die Achsenmächte!