Nada mejor para liberar tensiones que dar un paseo por el bosque. Siempre es agradable caminar y ver lo que nos rodea. En esta pequeña excursión he reparado en una planta que sabía que existía por la zona pero que siempre me había sido indiferente. Es la R. sempervirens, progenitora de una saga de trepadores-liana extremadamente bellos, como el tan celebrado y nombrado Felicité et Perpétue.
La comarca del Garraf se caracteriza por sus relieves calcáreos y un entorno bastante árido. Estos ejemplares de R. sempervirens los he encontrado al fondo de una torrentera orientada al norte, seca la mayor parte del año, y en condiciones de bastante umbría. Se entrelaza con otras lianas mediterráneas, como la madreselva, las zarzamoras, la hiedra, la zarzaparrilla o las dos especies de clemátides que crecen por aquí, la vitalba y la flammula. El conjunto, de pinos y acebuches con lianas nos evoca gran exhuberancia.
Es febrero, y, en defecto de flores, tenemos escaramujos, de pequeño tamaño, rojos y esféricos, y hojas, que por algo es la rosa siempreverde. La fructificación no es excesivamente abundante. En condiciones de sombra, es normal que el rosal no dé floraciones demasiado copiosas. Teniendo en cuenta el lugar donde se da esta especie de rosal, no es de extrañar que los híbridos de sempervirens se aconsejen para exposiciones poco soleadas.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.