Revista Cine

Rosalía

Por Teresac
Rosalía de Castro, Rosalía a secas, no le hace falta ni apellido para identificarla. ROSALÍA

Tengo ante mí en el escritorio una edición de "Follas novas", no tan bonita como la de la imagen, la mía es de una colección de autores gallegos editada por La Voz de Galicia.El sábado pasado, en la Galería Sargadelos, asistimos a una actuación del coro Diapasón, un grupo muy variado por edades y voces, que cantan a capella una selección muy curiosa, que va desde canciones de misa, hasta un alegre tema brasileño. Todos los temas me gustaron, disfruté muchísimo con la selección y con la actuación.Pero, ay, cuando cantaron a Rosalía... Y no fue "Negra sombra", mi favorita, pero casi.Este fue el poema escogido:Cada noite eu chorando pensaba:Que esta noite tan grande non fora,Que durase... e durase... antre tantoQue a noite das penasMe envolve loitosa.Mais a luz insolente do día,Constante e traidora,Cada amañecidaPenetraba radiante de groriaHastra o leito donde eu me tenderaCoas miñas congoxas.Desde entonces busquei as tiniebrasMais negras e fondas,E busqueinas en vano, que sempreTras da noite topaba ca aurora...So en min buscando no oscuroI entrando na sombraVin a noite que nunca se acabaNa miña alma soia.Me voy a tomar la libertad, con muchísimo respeto, de traducirla al castellano, aunque se pierda la esencia y el ritmo, solo para que los que no lo entendéis del todo, que sé que se entiende, al menos la intención, no os perdáis ni palabra:Cada noche llorando pensaba:Que esta noche tan grande no fueraQue durase... y durase... entre tantoQue la noche de las penasMe envuelve enlutada.Mas la luz insolente del díaConstante y traidoraCada amanecerPenetraba radiante de gloriaHasta el lecho donde me acostaraCon mis congojas.Desde entonces busqué en las tinieblasMas negras y hondasY las busqué en vano, que siempreTras la noche topaba con la aurora...Solo en mí buscando en lo oscuroY entrando en la sombraVi la noche que nunca se acabaEn mi alma sola.Congoja la que produce leerla. Y sin embargo, la belleza del texto obliga a repetirlo, una y otra vez, hasta contagiarse de su sentimiento, hasta sentir que la autora, fallecida hace más de cien años, está aquí al lado, sentada, recitándote el poema al oído.


Volver a la Portada de Logo Paperblog