Durante las múltiples visitas que he hecho a la fascinante Rosalia Lombardo a lo largo de los últimos 15 años, siempre la he encontrado cambiada, desmejorada, como si el cadáver hubiera comenzado a ajarse. Al margen de la pena por ver malograrse la obra maestra del embalsamador Alfredo Salafia, no le di una importancia significativa, ya sabía que el pronóstico del propio Salafia fue que la momia duraría 100 años y ya va por los 94.
La última vez que estuve en las Catacumbas de los Capuchinos de Palermo, Rosalia me recibió con los ojos entreabiertos, los mofletes hundidos. No tuve la menor sombra de duda de que era causa de la sequedad paulatina de los tejidos, cada vez más consumidos y pegados a la calavera.
Sin embargo, ahora dicen que Rosalia cobra vida y abre y cierra los ojos a diario. Las cámaras de seguridad instaladas en las catacumbas dan fe de ello. Mientras algunos palermitanos claman a voces el milagro, los científicos explican que los ojos solo responden al efecto de las variaciones de la humedad condensada en el recinto, causadas por las constantes visitas de los turistas.
Rosalia se nos va
La pequeña Rosalia Lombardo está acusando el paso de los años.
Los familiares de Rosalia también denuncian los cambios en la pequeña momia, pero desde otro punto de vista. Los califican de dramáticos, culpan a los continuos exámenes a los que ha sido expuesta la pequeña momia. “La última vez que he visto a mi hermana, en 2007, tenía un aspecto maravillosos, con el colorido rosáceo que la ha hecho famosa en todo el mundo, comparándola con La Bella Durmiente. Lamentablemente he comprobado que aquella criatura dormida, hoy parece otra persona: tiene el pelo rubio oxigenado, los ojos semiabiertos y el color de su rostro, su maravilloso color rosáceo, se ha vuelto extraño… ¡parece oxidada!”, declara una hermana del mismo nombre, Rosalia.