Se levanta a las cuatro antes del mediodía todos los días… Ella se prepara, se viste, se peina y sale junto a su madre lista para iniciar un nuevo día.
Llega a su destino a abrir el negocio y comienza su labor, inicia preparando la masa y cocinando los guisos. Amasa, amasa, amasa la masa, la expande y rellena con distintos guisos, fríe el resultado en el caldero caliente, mientras que hace esto atiende a los clientes. Ella se divide en tres al mismo tiempo; La que prepara, la que fríe y la que atiende, esta es la mañana de sus días.
A las doce del mediodía cambia la rutina, del local sale a la universidad, de trabajar pasa a estudiar… Recoge sus cosas, se vuelve a arreglar, cierra el local y corre, corre calle abajo para el bus poder agarrar, espera mucho y a veces poco tiempo, con lluvia o calor para tan solo tener el privilegio de poder llegar cansada y sudada a la facultad.
Ella corre como cenicienta a las once antes del mediodía por los pasillos, suele ser tan rápido que tropieza una o dos veces, pero sin mirar atrás llega al aula para poder sus pies descansar. La tarde sigue su curso, solo escucha y escribe atentamente. Luego de arduas horas cansada y agotada camina a la parada para a su pueblo poder llegar, usualmente llega a oscuras al centro del lugar y a su casa debe caminar.
La fortuna de la noche es que al llegar a su hogar, la calidez la abraza, la comida la espera, y su madre la besa. Come, saborea y disfruta cada bocado, aprecia los minutos de paz y descanso interno. Al terminar, ella cambia de mesa, junto a sus cuadernos y libros estará cumpliendo deberes y obligaciones hasta terminar.
Alrededor de las dos antes del mediodía ella siempre logra terminar y solo dos horas puede descansar, para su nuevo día comenzar.
Rose…
Cada día es un regalo, cada día sonríes a pesar de tu cansancio, me enamora tu esfuerzo y dedicación por la vida, muchos te ven pero no te miran, yo te veo y te miro, te siento y te admiro.
Consejo: Aprende a darte tiempo
