2004. Además de la exhibición de Karagounis y del cabezazo de Angelos Charisteas que tiñó el título del azul y blanco helenos, la Eurocopa de Portugal sirvió de trampolín a un chico de Liverpool con cara de pocos amigos, un pie derecho rebosante de calidad y desparpajo y con solo 18 primaveras a sus espaldas. Si en el Everton se vislumbró que ese chico lideraría la Inglaterra del futuro, sus cuatro goles en la citada Eurocopa y los 37 millones que el Manchester United desembolsó por él ese mismo verano lo terminaron de confirmar. Cuando alguien ve jugar a Wayne Rooney se da cuenta de que es muy, muy, muy bueno, esa pieza en el equipo que separa la mediocridad de la excelencia, el empate de la victoria, la indiferencia de la admiración. Pues bien, Ross Barkley me inspira las mismas sensaciones.
2013. Era un sábado de principios de julio, las 20:00, lo recuerdo bien. Había terminado otro año de carrera unos días antes y mi único interés a corto plazo era consumir la máxima cantidad de fútbol en la brevedad del verano. Televisaban un partido del Mundial sub20 que se disputaba en Turquía: Inglaterra contra Egipto. Había oído hablar de un joven inglés que acudía a la cita con unos cuantos cursos de ventaja respecto a sus compañeros. Sí, era Ross Barkley. Era consciente de que se venían, probablemente, 90’ de tostón en forma de categorías inferiores inglesas. No es un secreto que la cantera inglesa (al igual que los “mayores”) adolece de alternativas al típico juego directo británico, pero merecía la pena soportarlo.
El partido cumplió el guion esperado: todo eran envíos largos de la defensa salpicados por algún intento de Luke Shaw de proyectarse por la banda izquierda y poco más. Tom Carroll y Ward-Prowse -doble pivote aquel día- recibían las ayudas de Barkley en la salida de balón, pero la inoperancia de Harry Keane en la punta de ataque solo hacía que adormecer al espectador con el paso de los minutos. Excepto algunos detalles, Barkley no me causó gran impacto. Todo cambió después de la reanudación. Los egipcios acusaron el bajón físico y Barkley adelantó su posición unos metros. A la espalda del doble pivote es donde realmente hizo daño y firmó su carta de presentación ante mis ojos.
El partido acabó con victoria egipcia e Inglaterra no se clasificó para octavos de final, pero daba igual, Ross había gritado a los cuatro vientos que él era mejor. Barkley, al igual que Rooney, nació en Liverpool y entró muy pronto a formar parte de la cantera toffee. Tal como cuentan sus entrenadores cuando aún daba sus primeros pasos en el fútbol, Ross no tardó en destacar:
"Conocí a Ross cuando él llegó al club con 11 años. Nunca olvidaré la capacidad que tenía de disparar con ambos pies desde larga distancia. En un partido contra el Yeovil, marcó un gol desde unos 20 metros. Ya era algo especial de por sí, pero cinco minutos más tarde volvió a repetir con un gol similar. Todos los entrenadores presentes en la banda ese día se miraron entre ellos y dijeron: “esto no es normal. He tenido la suerte de trabajar con un gran número de jugadores jóvenes y la única diferencia entre ellos es su fuerza interior. Ross la tiene. Desde el primer día estaba enfocado en convertirse en futbolista, nunca rechazaba los consejos de los demás"
(Neil Dewsnip, entrenador de las categorías inferiores del Everton)
"Ross era el tipo de jugador que bajaba a buscar la pelota en defensa, sorteaba a los rivales y disparaba desde el borde del área. Cuando estaba en noveno año, nos ayudó a ganar la final de la Echo Cup en Anfield [el trofeo de mayor prestigio en la categoría escolar en Merseyside]. Estaba jugando en el medio campo y yo le gritaba que mantuviese la posición, pero él se descolgó, inició una de sus carreras catacterísticas y anotó el gol del triunfo".
(Andy Cawley, profesor de Educación Física de Ross Barkley en la escuela)
La progresión de Ross pudo dar un giro inesperado el 14 de octubre de 2010, justo cuando empezaba a entrar en la dinámica del primer equipo. En un partido de clasificación para el Europeo sub-19 disputado en Bélgica, chocó contra su compañero Andre Wisdom, rompiéndose la pierna por tres sitios distintos. Tardó casi un año en volver a los terrenos de juego.
"Estábamos jugando en Bélgica y había un balón dividido en el centro del campo. Ross y Andre fueron a por la pelota desde distintos ángulos y chocaron entre sí. Fue terrible ver a una promesa lesionarse de esta forma, pero gracias a Dios pudo recuperarse. Se nota que esta experiencia le ayudó a moldear su carácter."
(Noel Blake, entrenador de Inglaterra sub-19)
"Todo el mundo se entusiasma con los jugadores jóvenes. El Everton no tiene una gran cantidad de los mismos en este momento que puedan llegar a destacar, de modo que Ross es la esperanza a la que todos se aferran. Debemos ser cautelosos y saber elegirle en los momentos cruciales, no solo por su edad, también tiene que madurar futbolísticamente. Estoy seguro de que la gente lo entenderá."
(David Moyes, ex-entrenador del Everton)
Tras recuperarse, salió cedido al Sheffield Wednesday, donde se hizo un nombre y comenzó a despuntar en las divisiones inferiores inglesas. Al año siguiente misma fórmula e idéntico resultado, esta vez en Leeds. Con Roberto Martínez han llegado su asentamiento como estrella y su billete al Mundial de Brasil. Solo hay una cosa clara, y es que Ross Barkley es muy muy muy bueno.
Juan Carlos Mateos del Amo, @juancarlosm_11 en twitter.