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Ross Macdonald: La mueca de marfil (4). Enfermedades psicosomáticas

Publicado el 12 septiembre 2012 por Francisco Ortiz
Si la importancia de Chandler estriba en su mirada crítica y romántica hacia una sociedad en la que el capitalismo negaba la posibilidad del romanticismo y la fraternidad, la de Ross Macdonald es innegable en su análisis profundo del ser humano, en su mirada en la que no falta el análisis dimanado de las teorías y preocupaciones freudianas, de tal manera que lo que se nos muestra es una inmersión en las causas y motivos que llevan a las personas a huir, ocultarse, morir. Lew Archer es un personaje creado para indagar, para hacer que las ideas se confronten. Si Chandler es importante en la literatura del siglo XX, no menos necesario es Macdonald, que en posteriores novelas abordó temas como el dinero negro, la quema de bosques, los vertidos de petróleo en el mar. La diferencia en la valoración general de uno y otro -Macdonald escribe mejor que Chandler, tiene un instinto social y de denuncia más pronunciado que el de Chandler- acaso sea debida a que muchos escritores han seguido la línea romántica de Chandler, se han quedado en la superficie de sus logros y los han imitado -idolatrando, creando ídolos, figuras - porque son aparentemente más literarios, son más aceptados y mejor vistos gracias al romanticismo que destilan. En cambio, Macdonald es más difícilmente clasificable y etiquetable, sus novelas apuntan más hacia adentro y requieren imitadores más dotados para el buceo psicológico y el inconformismo social. Macdonald no es un romántico, Lew Archer no es un romántico, porque en un mundo lleno de abusos, de trampas económicas, de engaños interesados, de falsedades cómplices y desengaños que desembocan en el cinismo o la autodestrucción no se puede ser romántico. Chandler está etiquetado, puesto en un anaquel. Macdonald, aún por descubrirse en sus mayores logros, sigue suelto, incordiando, regalando meditaciones como ésta, escrita en los Estados Unidos en 1952:
-Yo no diría nervios- Benning cobraba nuevas dimensiones a la luz de sus conocimientos superiores-. La personalidad total es la causa de los males psicosomáticos. En nuestra sociedad, un negro, en especial una negra con buena preparación, como la señorita Champion, está sujeto frecuentemente a frustraciones que pueden conducir a la neurosis. Una personalidad fuerte convertirá a veces la neurosis incipiente en síntomas físicos. Lo planteo crudamente, pero es el caso de la señorita Champion. Se sentía oprimida por su vida, por así decirlo, y su frustración se expresaba en una opresión abdominal.

Los negros y su frustraciones, en esa época, defendidos por un blanco del sur. Valiente, comprometido, un autor digno de los mayores elogios.

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